26 julio 2005

Una curiosidad

Hablo con un compañero de la gran cantidad de trabajo que tenemos estos días, estos meses. Le reconozco que estoy deseando coger unas vacaciones, es más, creo que las merezco. Corta la conversación, un impertinente tono, monótona melodía de teléfono móvil (creo que debería llamarse de otro modo porque no es móvil, no se mueve por sí mismo). Habla, pospone la llamada, cuelga. Se disculpa, "estamos en la generación de los móviles". Antes vivíamos sin ellos y no pasaba nada. Ya hay cobertura en todos sitios. Me comenta que estando en Kenia en pleno desierto, lo llamaron. Me comenta que también hay cobertura en Katmandú, "sí, tienes que irte casi a siete mil metros para que no te molesten"; en el Nepal (sic)...me dice que también hay carteles de San Miguel (la cerveza, no el santo) y que la sirven....¡ay que ver lo que es la globalización (tampoco debería llamarse así; mejor mundialización)!....pues yo este año también me puedo dejar molestar por ahí....¡Ale! me voy a Copenhague y Estocolmo....quizás continúe esta bitácora desde allí...aún me quedan dos semanillas...

1 comentario:

Tana dijo...

A menudo la gente se olvida de que los teléfonos móviles se pueden apagar. Reconozco que el mío me da libertad de movimiento. Sé que si mis hijos me necesitan, me pueden localizar y así, me voy tranquila. Fuera de ésto, es una forma de control como otra cualquiera; y aunque lo olvidemos, también tenemos la opción de dejarnos localizar sólo por aquellos que queremos -mi marido no ha dado su número en el trabajo, salvaguardando en lo posible su/nuestra vida privada-.
¿Copenhague, Estocolmo? Allí dormirás bien, sin agobios... mmm... ¡Que lo disfrutes! (Ojalá regreses con hermosas fotografías y te animes a mostrárnoslas).
Saludos derretidos, ya de mañana