23 diciembre 2022

Siempre con bien

 

Freddy Kruger era San José. Una virgen María de los chinos hacía de sí misma. Y el niño Jesús era un soldado inglés de la segunda guerra mundial de Lego. Para el portal le robó a su abuela el monje que señala con su varita el pronóstico del tiempo. Le había quitado el fraile y únicamente estaba la estructura de cartón del fondo que era lo más parecido a un portal. Los reyes magos eran tres playmobil, uno de ellos una chica con bata de veterinaria, e iban sin camellos porque nos dijo que no los había encontrado entre sus juguetes. Que su madre le había dicho que en el barrio había muchos, pero no de esos de poner en el diorama. Hubo discusión entre los miembros del jurado, pero Alfonsito se llevó el primer premio del concurso de dioramas de Semana Santa del centro ocupacional. Quizá fuera el último año que se lo pudieran dar, siempre pendía esa posibilidad.

 

Sonreía sin poder evitarlo con la medalla colgada al cuello, un cuaderno de cuadritos y los rotuladores Carioca del premio en la mano. ¿Puedo recoger ya? Repetía. Su madre saludaba a todo el mundo con él cogido de la mano. Fuera sonaban las cornetas y tambores de la procesión que ya se acercaba…

 

(Navidad somos todos y Navidad puede ser siempre)

09 julio 2022

Galga

El alarido del animal se oyó sobre la música flamenca que vomitaba la radio de un Citroen con todas las puertas abiertas, las palmas y cantos de tres o cuatro mujeres y hombres y los gritos de los niños que correteaban junto al camino de la estación. 

Envueltos en una nube de polvo amarillo unos cuantos chavales rodeaban a una galga que se sostenía sobre tres patas. La cuarta pata estaba suspendida en el aire. Otros perros de la misma raza seguían correteando a la caza de liebres. La cosa no iba con ellos. Un chico moreno cogió a la galga coja en brazos para impedir que se apoyara. Se ha quebrao la pata, dijo uno. Si es que no estaba aún pa echarla a correr, grito otro. Que acaban de segar y está el campo lleno de piedras, comentaba otra. Todos hablaban mientras se iban acercando hacia donde estaban los galgos. 

Quedaron al borde del camino el coche con las puertas abiertas y una señora de pelo blanco que estaba sentada en un banco. Calzaba unas zapatillas de paño azul y una bata de verano con flores amarillas y verdes. Le costó levantarse y le costaba andar. Desde la tierra todos la veían acercarse a paso lento gritando y gesticulando con los brazos en alto. 

Todavía tardó un poco en alcanzar a todo el grupo que rodeaba al animal. La vieja se agachó, tocó la pata del bicho que dio otro grito y tiró un derrote para morderle sin llegar a hacerlo. Se incorporó, dio un bofetón al chaval moreno que aún sostenía a la galga y lo señaló con el índice. No vale pa na. Todas las arrugas de la barbilla se le marcaron en el gesto. 

Miró a lo lejos. Ni un árbol. La vieja se volvió a agachar junto al animal, lo acarició y lo abrazó a la altura del cuello. Apartó un poco el collar con la bandera de España que llevaba. Había una elegancia tristona en la mirada de la galga. En el fondo tiés suerte, le susurró. Ojalá los idiotas estos hagan conmigo lo mismo llegado el momento.  

Junto al antebrazo de la vieja sonó un crujido de rama. Apenas un segundo y todo se volvió a parar. Se levantó y suspiró. Tenía sudor en la frente. Los miró a todos y con sus pasos cortos y lentos se alejó de nuevo hacia el banco para sentarse.  

Todo seguía amarillo y seco mientras el sol caía en silencio. 

27 junio 2022

17 años y 2 días

Escribir es una condena. Una condena que se nos impone maravillosa, estomagante, dura y a veces feliz. Una amenaza latente que siempre promete volver  No escribir aunque solo sea de pensamiento, obra u omisión, no es vivir. Por eso seguimos por aquí. Por eso celebramos todos y cada uno de los cumpleaños y cumpleblogs, porque la alternativa, es mucho peor. 
Así que, felices letras, felices ideas y feliz cumpleblog, soplaré una vela y me tomaré un chato de vino viejo. Va por ustedes.