02 abril 2008

La Fabrica de Salitres

Tovarich mueve el rabo y hace cabriolas entre las piernas de su amo. Este le lanza un palo que el can, recoge y devuelve con esa fidelidad a la que nos gustaría estar acostumbrados. Pasea por el viejo adoquinado gris; arrastra un poco los pies, entre los elevados y frondosos plátanos, entre los naranjos y algún que otro árbol exótico traído de oriente. Las manos entrelazadas a la espalda. Manos dañadas por la exposición durante años al salitre y todos los demás compuestos con que se fabrican los elementos de muerte. Tovarich va y viene, lento su caminar porque ya es viejo, como la guerra, como el mundo.
El viejo pabellón de invitados y los almacenes son ahora un fantasmal eco lejano de voces con sus ventanas tapiadas. La vieja fuente ha dejado de verter su cristal fresco por los canalones del jardín. Sopla una pequeña brisa del sur que le trae aromas a azahar, lirio y rosas como todas las primaveras; como esta última primavera. Cae el sol en esa última noche. A la mañana siguiente habrá de dejar "libre y expédita la instalación", dice la orden de la autoridad competente.
Hace frío a la mañana siguiente, cuando despierta en el que había sido su cuarterón hasta ayer. Se asoma por el ventano verde que da a una calleja, abajo dos naranjos, sacan su blanca flor y flanquean la puerta de entrada principal al recinto. Recoge en un hato lo único material que le queda en la vieja fábrica y sale cerrando tras de sí la enorme puerta verde. Cruza la calleja a por el "manchado" de todas las mañanas. Tovarich acompaña por primera vez a su amo fuera de las instalaciones, mira a todos lados descubriendo un nuevo mundo más allá de su parque, los militares y su amo. Su amo también lo tiene que descubrir.

3 comentarios:

  1. Hermoso, nostálgico y poético tu escrito. Si no me equivoco Tovarich ya apareció por aquí hace algún tiempo. Si recuerdo bien era un Golden Retriever.

    Me gusta esos personajes que regresan a las entradas, y también me gusta mucho poder recordarlos.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  2. Qué memoria, Goathemala!! ^^ yo es que soy malísima para los nombres y Tovarich se me había escapado -glups-. Si Goathemala está en lo cierto... qué tal si nos facilitas un enlace al post anterior, Max? Podrías??
    Un texto precioso. Besote y achuchón aplastacostillas!!

    ResponderEliminar
  3. Ya está enlazado,amiga Lludria,cuando quieras puedes situar a Tovarich en otro escenario...
    muchos besos y gracias por pasarte
    Amigo Goathemala,me sorprende gratamente...con usted se puede jugar bien...se acuerda de las cosas y me sigue con una fidelidad asombrosa....gracias
    un fuerte abrazo

    ResponderEliminar