He encontrado unas notas que parecen antiguas. Tengo que descifrarlas pues apenas se distinguen las letras en un papel amarillento que parece querer romperse a cada respiración y guardar para siempre el secreto que, en tinta verde, rasga sus fibras. En cuanto tenga un poquito de tiempo las veo; cogeré la lupa con la que mi padre observaba los sellos de Franco; investigaré como lo hacen los "listos" de CSI. Pudieran ser cartas de amor de viejos amantes; cartas de novios desde el frente, o a lo mejor recibos de los censos que pagaron durante años mis tatarabuelos al señorito de Madrid...no lo sé. En cuanto sepa algo, no duden que publicaré los resultados, ahora ando liado...espero no tardar; mientras tanto disculpen si les tengo algo abandonados o tengo alguna telaraña en el tablado.
29 abril 2008
18 abril 2008
Esta mañana
Esta mañana he mirado el anillo que, redondo y dorado, brilla en mi dedo anular: he sonreído tranquilo. Esta mañana he salido a la terraza a respirar fuerte y a ver desde la atalaya del noveno piso como, abajo, las hormiguitas se peleaban por llegar con sus coches hasta la misma puerta de sus trabajos. El aire fresco que se respira a las siete de la mañana, no es el mismo que se respira a lo largo de todo el resto del día, es único, joven y revitalizante.
Esta mañana me he quitado el pijama nuevo y naranja y con una enorme cara de Micky Mouse que me compré ayer.
Esta mañana, como de hace un tiempo a esta parte, no me he puesto gomina en el pelo, crece fosco y, así permanece todos los días, despistado, alegre o somnoliento según sea el momento del día.
Esta mañana, como todas desde hace tiempo, he silbado canciones nuevas.
17 abril 2008
Ecos
Poquitas cosas hay como escribir frente al mar. Masa azul tremendamente inspiradora; y el Sol límpido acaricia la cara, se recrea y juega a las sombras con las cuartillas rasgadas en tinta.
Fotografía: Ana M. Morales Contreras
09 abril 2008
7 días
Han pasado 7 días; ni más ni menos que 7 días, con sus mañanas y sus noches...¡¡y todo lo que ha pasado!! Después de volver uno de viaje en el que está desconectado de la realidad nacional y de los chismorreos de la Villa y Corte, de repente, coge uno la portada del vetusto diario monárquico y la tinta se queda en los dedos, el periódico casi lagrimea. En la foto de portada a cuatro columnas, la estación de Chamartín atestada de gente, una pequeña recua de políticos hipan con cara de perro pachón bajo sus corbatas. En el titular: "Yo representaba la estabilidad institucional, la unidad en la pluralidad..." y en el antetítulo: "Pero es que los españoles ya no quieren vivir juntos y prefieren el caos...". A la puerta del tren, lombrigudo aparece el cuerpo, asoma la regia napia borbónica y saluda con el brazo a sus incondicionales. Marcha a un incierto exilio, hacia otro país en el que todavía admiren la grandeza de ciertas instituciones, Francia por ejemplo. Porque es lo cierto que, estéticamente una monarquía viste mucho más que una República, pero...
02 abril 2008
La Fabrica de Salitres
Tovarich mueve el rabo y hace cabriolas entre las piernas de su amo. Este le lanza un palo que el can, recoge y devuelve con esa fidelidad a la que nos gustaría estar acostumbrados. Pasea por el viejo adoquinado gris; arrastra un poco los pies, entre los elevados y frondosos plátanos, entre los naranjos y algún que otro árbol exótico traído de oriente. Las manos entrelazadas a la espalda. Manos dañadas por la exposición durante años al salitre y todos los demás compuestos con que se fabrican los elementos de muerte. Tovarich va y viene, lento su caminar porque ya es viejo, como la guerra, como el mundo.
El viejo pabellón de invitados y los almacenes son ahora un fantasmal eco lejano de voces con sus ventanas tapiadas. La vieja fuente ha dejado de verter su cristal fresco por los canalones del jardín. Sopla una pequeña brisa del sur que le trae aromas a azahar, lirio y rosas como todas las primaveras; como esta última primavera. Cae el sol en esa última noche. A la mañana siguiente habrá de dejar "libre y expédita la instalación", dice la orden de la autoridad competente.
Hace frío a la mañana siguiente, cuando despierta en el que había sido su cuarterón hasta ayer. Se asoma por el ventano verde que da a una calleja, abajo dos naranjos, sacan su blanca flor y flanquean la puerta de entrada principal al recinto. Recoge en un hato lo único material que le queda en la vieja fábrica y sale cerrando tras de sí la enorme puerta verde. Cruza la calleja a por el "manchado" de todas las mañanas. Tovarich acompaña por primera vez a su amo fuera de las instalaciones, mira a todos lados descubriendo un nuevo mundo más allá de su parque, los militares y su amo. Su amo también lo tiene que descubrir.