Ayer se conmemoraba en todo el mundo el día internacional del libro. Yo lo empecé a conmemorarlo la semana pasada en El Toboso en sus Jornadas Cervantinas, adquirí dos magníficos ejemplares de El Quijote para regalar y asistí a una conferencia-presentación de un libro de semblanzas. Y es que, más alla de los convencionalismos de telediario a los que no estamos acostumbrando, habría que pensar en la cantidad de historias reales y personas que al amparo del "Caballero de la Triste Figura", mientras este blandía su espada en todo lo alto han creado y se han dedicado a este noble oficio pero de "orden mendicante"; las revoluciones que han provocado los libros; los idealismos que se generan tras un contacto entre el papel y las manos; los sentimientos, alegrías, penas, lloros y sonrisas...Es la vida real, el libro, los libros es aquello que nos abstrae del resto de rutinas vanas de este mundo...por eso hay que dar las gracias a aquellos que son capaces de crear en forma de letras, vida de la nada...a los Cervantes, Quevedo, Gongora, Calderón, Lope de Vega, a los Valle Inclán, Unamuno, Baroja, Azorín, Ortega y Gasset, Miguel Hernandez y Lorca, Ayala, Jorge Guillén, y a los Miguel Delibes, Cela, Paz, Bennedetti, Borges, Cortazar, Vila-Matas, Ana Maria Matute, Carmen Martín Gaite...(solo he nombrado algunos y españoles) y por qué no, también a los que, como leía ayer a Mónica Gutiérrez (que tiene en ciernes su segundo libro), ponen su granito de arena y colaboran a hacer de la tinta sobre el papel, una pasión, un sueño y de ese sueño una realidad. A los Miguel Sanfeliú o Patricia Esteban (Azul Ruso es su segundo libro) y, a los bloggeros, escribientes de vida corta, soñadores de instante mínimo, que ponen día a día, miles y miles de letras en circulación...de ellos también es este libro-día.
El libro no desaparecerá, porque no puede hacerlo, es otro más de los órganos vitales del hombre.