Escribir es una condena. Una condena que se nos impone maravillosa, estomagante, dura y a veces feliz. Una amenaza latente que siempre promete volver No escribir aunque solo sea de pensamiento, obra u omisión, no es vivir. Por eso seguimos por aquí. Por eso celebramos todos y cada uno de los cumpleaños y cumpleblogs, porque la alternativa, es mucho peor.
Así que, felices letras, felices ideas y feliz cumpleblog, soplaré una vela y me tomaré un chato de vino viejo. Va por ustedes.