Cruzas apresuradamente la gran vía, desciendes por una calle de rotos adoquines y vas a dar a una plaza con naranjos y una iglesia que el destino ha querido que sea morada, color violeta, nazarena en su restauración o penúltima capa de maquillaje. Un lateral de la iglesia lo ocupa un edificio que no es sino un coletazo de modernismo entre tanta mediocridad. El otro lateral se debate entre sostenerse aún por un par de siglos más o dejarse vencer en su particular calvario con el tiempo las palomas y la polución. Es un callejón estrecho, las moscas ya revolotean intentando cazar su porción de miseria. Alguna vez, algún pobre se come a escondidas un mendrugo de pan o algunas sobras de la casa de comidas que cae justo al lado. “A las ánimas benditas no te pese hacer el bien que dios sabe si mañana serás ánima tu también”. Reza un altarete. Es nuestro particular memento mori. Y es justo en ese punto donde comienzan los olores, se mezclan, juguetean entre ellos y con nuestras pituitarias. Un gato maúlla en la obra que un ayuntamiento tiene parada por haber encontrado ruinas. De la franquicia de la tienda de jabones emanan miles de aromas que cubren el ambiente de toda la calle. Ahora melocotón-maracuyá; ahora aloe vera con té verde; fresa, limón y manzana. Te asomas por la esquina y se ven al fondo las grandes piezas que apetecen ser hasta degustadas. Pero dos pasos más allá está la pequeña tienda de ultramarinos en la que el viejo avaro cobra a precio de oro los despistes de última hora. Tiene muy buen género. Muestra frutas brillantes y carnosas, olorosos tomates en rama, rubicundos albaricoques y melocotones, juguetonas y busconas picotas que desbordan de la caja… sus colores y aromas se pierden dos pasos más adelante junto a la tienda de comidas preparadas, su olor a avecrem, a caldo y postre casero, a prisa y a “recoges tu a los niños de cole o yo…”…pero los pies, ni el tiempo nos dejan parar y dos pasos más adelante, sí, dos, solo dos, un espacio permisivo con el humo, se deja acompañar por un café de vieja máquina, unas veces mejunje turbio, otras petrolífera poción…cafetería de letradas mentes y leguleyos deseos, que trabajo nunca les va a faltar…
Tus escritos son como un café largo .. que se deja saborear dejando el retrogusto perfecto.
ResponderEliminarVuelo entre aromas, colores, sabores..
ResponderEliminarHas tocado todos mis sentidos
Beso
Soy un adicto al café...
ResponderEliminarLo cual haciendo mención al comentario de "eowin", soy un futuro adicto a tu blog.
Un cordial saludo.
http://danigp.blogspot.com
hay una tienda igual de mágica cerca de donde yo vivo. La señora que regenta el negocio me da a veces una fruta de verano para que la pruebe. Y tiene las manzanas de verdad más perfectas del mundo. Gracias por enlazarme, un saludo. Patricia.
ResponderEliminarmmm qué deleite, Max!!!
ResponderEliminarUna sonrisa de cereza :)
gracias por las visitas,la verdad es que me encantan porque me permiten salir de la rutina hacia vuestros blogs...
ResponderEliminarbienvenida Malena y gracias.
Patrizia,el enlace empezaba a ser una necesidad porque me permite acceder más facil a tu blog que me encanta y engancha cada día más.
bienvenido dani...ya me he pasado por tu casa..seguro que nos tropezamos en el camino
Tana,ay, taniña...ya eres como de la familia
besos para todas y un saludo para él