Rodeado de tic, rodeado de tac...engarzando ruedecillas, manillas, agujas, alambres moviéndose en armonioso tic-tac...vivo rodeado de relojes; soy un artesano del tiempo. Ser diseñador y creador de relojes es jugar un poco a ser demiurgo, controlar el tiempo, propio y ajeno. Ahora entrego uno, con toda su maquinaria vista, que pasará a alguna trabilla o bolsillo u ojal, para medir los pasos y los segundos de otra vida. Ese de ahí, pasará a la muñeca de alguien más, o aquel otro, quién sabe dónde acabe... Y si mira a su derecha tengo uno de arena, se escapa por el pequeñito agujero, como entre los dedos cuando los niños juegan en la playa. Por no decir de ese reloj de sol que he instalado en el parque azul de invierno, que se deja acariciar por los rayos del astro rey...también podría decir que controlo las estaciones...o por lo menos veo y soy consciente de como pasan, rozando y trasladando con suave soplo las manillas de mis relojes, esos que nos dicen todo lo que aún nos queda por vivir, sonreir y sentir en sus segundos eternos.
Tengo un viejo reloj de péndulo, heredado de una bisabuela danesa, que, de tan viejo que es, ya se cansó de girar y prefirió dejar que fuera el mundo el que girara en torno a él. Marca la hora exacta dos veces al día. Gonzalo.
ResponderEliminarmaravilloso acto de rebeldía y egocentrismo el de ese viejo reloj...como digo ya no marca sus horas sino las de los demás
ResponderEliminarUna vez más,gracias por su visita,amigo
Nunca pense que cerca de la cuenta atras del fin de año ..pudiesemos hablar del tiempo cuando este se nos pierde entre las manos
ResponderEliminarPrecioso post. El tiempo y su fugacidad es uno de mis temas recurrentes, lo mismo que la muerte que trae consigo. Aunque dices que "no huye", está implícito que sí lo hace al hablar que esos relojes preciosos cambiarán de manos.
ResponderEliminarCon la materia comenzó el tiempo y se acabará con ella.
También tengo uno de péndulo y su tic tac no me ha molestado nunca. Es muy viejo, es de cuerda, muy romántico...ah!
Gracias por tu visita.
Amigo, afortunado tu post en este año que se desvanece. Pensar que de pequeño coleccionaba el tiempo en forma de relojes para ahora despreciarlo como enemigo; no porque pase inexorablemente, que eso es inevitable, sino porque me impide hacer todo lo que sueño. Al menos en los últimos días soy un esclavo del tiempo...
ResponderEliminarNada que no se pueda resolver con una inspiración profunda, menos trabajo y un café tomado a sorbos pequeños.
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Abrazos.
Tengo un cuento sobre un relojero y su herencia de relojes y otros utensilios y herramientas para medir el tiempo interno. El cuento está a medias, esperando el momento adecuado para acabarlo.
ResponderEliminarEn el post de los peces de colores, M. Almeida regalaba relojes de mar, y pensé que sería estupendo medir el tiempo en olas y espuma. O quizá, una clepsidra, un reloj de agua, para medir la vida liquida.
Saludos cordiales.
Yo soy esclava de mis relojes, tengo demasiados y dependo mucho de ellos. Me da mucha rabia, me gustaría dejarme llevar y olvidarme del tiempo.
ResponderEliminarGracias por sus visitas.
ResponderEliminarAna Maria,un placer compartir letras con usted,lo sabe,¿no?.Gracias.
El tiempo es ese compañero inasible que parece que no está hasta que nos paramos (no sin cierta paradoja,por lo de pararnos)a pensar en él.
En cuanto a lo de los relojes (Ruth,Cafe Cortado y admirado Goathemala)a mi me encantan los de bolsillo,si bien últimamente no llevo ninguno salvo el del móvil...
la vida moderna..
Gracias, besos a ellas y abrazos a ellos
thanks for visiting! Merry Christmas!
ResponderEliminarQué post tan bonito y qué bien escrito.
ResponderEliminarMe ha venido a la memoria lo que vi escrito una vez en un reloj refiriéndose a las horas. Decía algo así como "Todas hieren. La última mata"
Un saludo.