Tiembla la luz de una farola entre los árboles de un parque a las afueras de la ciudad; da sus últimos estertores color naranja-extrarradio. Los semáforos de peatones en medio de la madrugada intercambian sin sentido los colores de los hombrecillos, verde y rojo, rojo y verde andarín.
Antonio da la última barrida al suelo del bar antes de cerrarlo y cruzar la calle camino de su casa; acaba de marchar un parroquiano rezagado.
Los coches siguen pasando por la avenida y son engullidos por un túnel hacia el centro. Un señor hace carrera contínua al otro lado en el malecón del río; y otro pasea a un perro anodino y marcador de farolas.
La noche, antes, era para los lobos. Ahora la ciudad es una dama noctámbula,acechante, misteriosa.
:)
ResponderEliminarLindo como siempre.
Pues depende del día...
ResponderEliminarSaludos
Muy bonito Max, antes eran vidas ajenas, ahora también te fijas en los escenarios. Son básicos para crear el ambiente.
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Saludos.
He decidido otorgarte el premio "Blog Solidario". Espero que no te moleste.
ResponderEliminarPor favor, no sientas ninguna obligación por ello.
Un gran abrazo.
No hay vida sin escenario...me he empezado a fijar en ellos a partir de ir por la calle escuchando música en el mp3...sin los ruidos quedan solamente las imágenes y uno se puede percatar del teatrillo en el que se mueve.
ResponderEliminargracias a todos
un fuerte abrazo