12 octubre 2007

Un Cupón

Pera.Pera.Manzana.¡Uy!
Limón.Limón.Fresa. ¡Uy!
Manzana.Manzana. Pera. ¡Uy!
Las virutillas grises manchan sus dedos y la servilleta del bar en el que ha parado para tomar unas cañas. La moneda de cinco céntimos con las que está rascando todos los cupones empieza a perder su sucio tono cobre para adoptar un elegante y superior tono plata. Junto al vaso vacio un pequeño montoncito de cartoncitos rascados ya e inútiles para el futuro.
Uva. Uva.Uva...
Mira. Lo remira. Limpia el cupón. Le ha tocado. No sabe cómo reaccionar, ¿cómo se reacciona en estos casos?. Desde entonces todas las cosas de su vida creo que han ido en vertiginoso ascenso. Guarda el cupón rascado y premiado en el fondo del bolsillo interior de la chaqueta. Ójala todas las cosas de la vida fueran así...piensa, que quizás, solo se trate en el fondo de rascar un poco, o quizá efectivamente solo nos movamos de golpe en golpe...de suerte.

5 comentarios:

  1. Me encantó, que bueno, Max. Es una escena delicada y muy esperanzadora. Lo mismo esta vida consiste en rascar un poco lo accesorio para quedarnos con lo esencial aunque en ello no encontremos tres frutas idénticas.

    Saludos.

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  2. PRecioso, lleno de optimismo y vitalidad.

    D.

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  3. Y si no tuviéramos esas pequeñas ilusiones, ¿de qué viviríamos?
    Muy bonito. Como la vida misma.

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  4. De esperanza abierta habla tu post. Me gustó. Felicitaciones.
    Alicia

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  5. La vida es tan magica como esos detalles que podemos ver en ella y rescatarlos...me gusto...un abrazo

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