27 agosto 2008

Word 2010

Todo comenzó por un error del Windows Vista;la verdad es que uno no sabe porque la gente en su generalidad alaba cosas que los técnicos ponen en cuarentena en cuanto salen al mercado;y tampoco entiendo porque hay gente que fabrica productos malos o que no necesitamos. El caso es que Word no reconocía el nombre de mi calle y, en puesto de subrayarlo en rojo para que modificara el presunto error, en flagrante rebelión autómata lo corregía por sí solo. Fue así como en todas las comunicaciones que hacía, el nombre de mi calle aparecía mal escrito; mal en domiciliaciones, mal en escritos al Ayuntamiento, a la Diputación... La dirección de mi nueva casa que remití a mis amigos era errónea, a mi familia y a todos los organismos habidos y por haber.

En el mes de agosto comprobé no sin cierto alivio que, al llegar de las vacaciones, no había ninguna carta en el buzón; ni del banco, ni de la compañía telefónica, ni de la hipoteca. "Mejor". Pensé. Pues resulta exasperante la tarea de abrir y archivar todos y cada uno de los papeles grises que remiten.
En septiembre, tampoco llegó misiva alguna, pero tampoco me preocupó en exceso. A fin de cuentas si quieren cobrar, o decirme algo, serán ellos los que tengan que "correr" detrás de mí. En algún momento intentarían buscar otro medio para comunicarse conmigo.
Pero no fue de esta manera. Y en octubre, no solo no llegaron comunicaciones de entidades e instituciones de esas serias de las personas mayores, sino que no recibí ni una carta, ni una llamada de familiares ni de amigos. Al principio te causa un poco de desasosiego, pero ya tiene uno demasiadas cosas en la cabeza como para que su vida deba sustentarse en revisar a diario el buzón para ver si le escribe el banco o recibe alguna carta. Comencé a creer en la total incomunicación, pues fueron cortadas líneas de teléfono y de internet. Mi comunicación exterior se limitaba a las esporádicas salidas por el parque que había cercano a casa y el trato personal con tenderos y mercaderes del pueblo; y más allá no quedaba sino el trozo de cielo y de estrellas que se podía adivinar desde el patio de casa. Sin embargo, recuerdo que eramos felices.
Fueron pasando los meses sin recibir más comunicaciones. Han ido pasando los meses, quizá algún año, hasta el día de hoy, en el que, creo, continuo desaparecido para la inmensa mayoría de la gente, organismos, instituciones...el programa Word sigue corrigiendo el nombre de mi calle; ésta continua sin aparecer en el planeamiento urbano de la ciudad y tú y yo, continuamos siendo felices, sentados en las hamacas del patio vislumbrando constelaciones y dando paseos por el parque a cortitos pasos de anciano.

3 comentarios:

  1. Quizás sea de agradecer esa corrección del Word porque iba abriendo una vida nueva de lo que entendía era una falta de ortografía. Lo hacía, por cierto, con mi apellido. Lo renombraba Caballete. Olé sus bemoles.

    Saludos.

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  2. Fantástico, pues.
    Por cierto, yo me voy a pasar a Linux. Ya no puedo más con el macroimperio de don Gates.
    Un abrazo

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  3. Bueno, es cuestion de que configures bien el Word, es un agrado que te ayude a corregir errores, a pesar que sea tu calle, pues mejor indica a Word que no haga nada de correciones, agrega al diccionario la palabra, crear un elemento rápido, no se, existen muchas cosas.

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