Era un sábado radiante, de un cielo azul rabiosamente límpido, casi, casi, del azul de tus ojos oceánicos. Aquel día, nos hicimos promesas que estamos cumpliendo todos los días. Te dije que íbamos a escribir juntos la más preciosa historia de amor jamás contada de la que hoy se cumplen dos años. Capítulo dos. Y soy feliz, y me haces feliz. Y espero que sea recíproco y que sea para siempre. Lo haremos, aún quedan muchas hojas en blanco para rellenar de letras. Nada más que puedo estar agradecido por todo este tiempo. Gracias.
Amigo,
ResponderEliminaruna gran alegría encontrarte tan pleno.
Un abrazo para los dos.
Joer, me pone los pelos de punta ver que el amor sigue ahí, vivo y radiante.
ResponderEliminarSuerte con él, Max¡
Y ya caminando pasito a pasito a por el tercero. Mi enhorabuena retrasada para ambos. Sigo igual de encantada que cuando me lo contaste ¡Y parece que haya pasado un siglo desde entonces! (^^) Achuchones de aniversario para compartir.
ResponderEliminarvaya!, da gusto ver que el amor existe, aunque sea de uno en uno, o de dos en dos;
ResponderEliminarque la felicidad existe también,
auqnue sea un intervalo.
en general estas entradas de tu blog destilan serenidad, armonía interior. (suena blandengue y bobo, pero es sólo el disfraz de la envidia.)