“Yo tenía una granja en África…” Siempre me ha parecido un
maravilloso comienzo para un libro. Nunca he visto entera la película. Suelen ponerla
los sábados o domingos después de comer. Y, en esas horas, a mi me entra un
sopor que termina por dejarme dormida delante de la tele. De fondo sonando al
cinco de volúmen, la maravillosa banda sonora o el motor del avión sobrevolando
la estepa africana. He visto gran parte,
pero cuando me hablan de ella es como si hubiera perdido trozos de mi vida que
no se dónde han ido a parar.
Como ahora, que me ha
despertado un agudo pitido. Al mirar hacia afuera, junto a la ventana del tren, aparece un cartel amarillo
que reza Spor 1. Vía uno, andén uno. Aún no controlo bien el danés. De un salto
bajo y veo cómo se aleja el convoy. Un silencio húmedo toma todo el apeadero.
Huele a café y bollos de mantequilla, pero en la estación no hay ninguna cafetería. Habrá que seguir ese aroma y
desayunar algo. Ya en el café, intento adivinar algún dato que me indique que
estoy en el lugar en que debía bajar. Al fondo un póster del equipo local de
fútbol me sitúa correctamente en el mapa. Arreo un bocado a un espectacular y
blando pan de mantequilla y saco de la mochila la edición de bolsillo del libro
Memorias de África. Se lo muestro al camarero que, en un perfecto inglés, me
indica cómo llegar a la granja de Karen Blixen. Se encuentra a unos dos
kilómetros siguiendo una carreterilla pegada a la costa.
El libro me lo regalaste la
primera vez que vinimos a Dinamarca y nos perdimos buscando esa granja. Ahora
descubro que era más fácil llegar de lo que entonces nos pareció. Quizá todo
sea más fácil.
Según tú, con los cuarenta
recién cumplidos, los dos deberíamos estar sobrevolando África, como en la
película. Yo, de momento rezo un padrenuestro frente a la tumba de Blixen. Por algo
se empieza.
Me ha encantado Javi, encantado, me parece un texto precioso.
ResponderEliminarPerico.
Muy bonito relato con una buena reflexion. Las mismas cosas, dejando pasar el tiempo, se ven de manera diferente. Quiza seamos nosotros mismos quienes hagamos de la vida algo complicado. Puede que las cosas sean bastante mas sencillas.
ResponderEliminarUn final abierto que deja mucho a la imaginacion.
Muchos besos, no se poner acentos en el movil
Un texto que hace pensar y reflexionar... me gustan los textos así, los que hacen volar la imaginación... Que nonio te ha quedado, enhorabuena, a mí, me encantó!!
ResponderEliminarYo tampoco he visto esa película entera... ahí coincido con la protagonista de tu relato... tal vez ya sea hora... :)
Besines...
Perdón... quise decir que bonito te ha quedado... ainss..
EliminarBuenas tardes, Max:
ResponderEliminarGran relato impregnado de un tenue halo onírico, que me lleva a no saber si la protagonista está en Dinamarca o en un sueño.
Me parece muy ingenioso el que la lectura del libro lleve a tu inspiración al país de la escritora y no al de la fábula.
Un abrazo, Max,
Muy buen final. Lo de Africa siempre se está a tiempo, y si no, a conformarse con la película, que ya es bastante.
ResponderEliminarUn abrazo
No siempre es más fácil. No saber que es fácil es también una complicación.
ResponderEliminarQue interesante es las asociaciones que llevan al pasado, de la granja buscada, del libro regalado. Parece haber nostalgia encubierta, acechando por salir.
Por algo se empieza, efectivamente, el más importante es el primer paso.
ResponderEliminarEl texto precioso, como un paseo por un sueño.
Y si lo de los cuarenta es así, yo ya estoy tardando en sobrevolar África.
Un placer leerte.
Besos!
Ya tenía escrito el comentario y se me fue.
ResponderEliminarTe decía que es una de mis pelis favoritas y la has tratado con una delicadeza y una solemnidad que ye honra y demuestra lo bien que escribes.
Un primer paso es el inicio de un largo camino, así dicen.
ResponderEliminarMe gusta mucho el sentido que le diste a la película, y el relato que te inspiró.
Un gusto leerte.
Abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCómo me ha gustado tu relato, aunque pueda parecerlo no he sido yo el que lo ha propuesto, a estas alturas ya sabrás quién. Yo he estado en esa granja, la de Nairobi, me he perdido mirando las colinas de Ngong.
ResponderEliminarHe sentido tus letras como mías, como sentí a Karen, aquella tarde en su granja de África.
Abrazos
Bueno Max el regalo lo has desenvuelto con delicadeza y picardia,Me ha encantado la forma y el fondo. Esa película me gustó mucho, especialmente cuando le piden a la protagonista que cuente un cuento partiendo de una palabra y ella inventa toda una historia, eso es lo que se me antoja que has hecho tú, Creo que a esto se le llama ser escritor ¿no?.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un hermoso relato, Max. Yo si he visto la película aunque no he leido el libro. Su autora, esa que tu protagonista visita en su tumba para rezar, era una enamorada de Africa y ese amor a Africa es el que se refleja en la película. Pienso que todos tenemos sueños, y que los 40 es una buena edad para sobrevolarlos.
ResponderEliminarUn abrazo.
La primera vez que vi Memorias de África me salí del cine porque me pareció muy lenta y aburrida, años después volví a verla y me encantó....o sea que las cosas se ven de forma diferente a medida que pasan los años...como le pasa a tu protagonista.
ResponderEliminarUn beso
Hola MAX, estimado David, ha sido una delicia leerte. Imagino vivir esa historia así tal cual la relatas y la sueño tan hermosa y perfecta como la película y el libro.
ResponderEliminarRezo una plegaria también al lado tuyo. No haré ruido, para no molestar
Por algo se comienza...
Besos
Un regalo ha sido leer tu texto, de verdad, un viaje en dos tiempos, el de la añoranza y el de las páginas de un libro a medias.
ResponderEliminarUn beso