Nos propone Charo que esta semana hablemos de los siete pecados capitales. Bueno, ahí va mi aportación. No he podido elegir un pecado y me quedo con los siete.
Al contrario de lo que dicen
yo no soy un ángel caído. Jamás intenté encabezar rebelión alguna contra nadie,
ni siquiera contra dios. No tuve un juicio justo. Ni siquiera una oportunidad
de defenderme. Funcionaba y, supongo que seguirá funcionando el ordeno y mando.
Las disposiciones divinas no se discuten, se acatan, son infalibles. Pero hemos
visto que no es así, porque luego va dios y crea al hombre. A su imagen y
semejanza dicen. ¡Pero si es absolutamente imperfecto! O no es infalible porque
ha creado una criatura tan endeble y pequeñita. O el hombre no está creado a su
imagen y semejanza. O alguien no está engañando a todos, todo el tiempo.
Eso pudo ser lo que se
dijera. Por eso se cuenta que fui expulsado al averno para ser su rey. Pero tampoco
es cierto. Yo soy el ángel más bello de la existencia y no soy el rey de los
infiernos ni estoy en ellos. De hecho, cuando fui expulsado a este mundo (sí,
este de ustedes y mío ahora), seguía siendo la cosa más bella de toda la
creación y seguía teniendo todas las características de un ángel. Intactas mi
bondad, serenidad, plenitud. Luego llegaron los hombres y pude conocer el
asesinato, la maldad, la lujuria, la ira, la pereza, la envidia, la gula y la
soberbia, la avaricia. Y me gustaron, y las practiqué todas. Y por esa práctica
perfecta me salieron cuernos. Y me salió rabo. Y ahora todas esas virtudes
adornan mi cabeza. Pero no fui yo, príncipe de este mundo el que las traía consigo,
ni el que las mostró a los hombres. Fueron ellos, los que me las inocularon,
los que me las mostraron. Y dejé de ser la criatura más bella de la existencia.
Pero soy mucho más feliz y ahora, apartado del mundo, vago escondido por el
tiempo y contemplo divertido como bisbisean los hombres oraciones de vergüenza
a un dios que quizás esté equivocado.
Max creo que tú y yo hemos pecado de avariciosos... y nos hemos quedado con todos los pecados para nuestro relato... Derechitos al infierno que vamos a ir... :)
ResponderEliminarMe gustado mucho tu forma de unirlos todos en el texto, conocer tu versión de esa historia del ángel caído, del ángel más bello que quiso usurpar el poder de dios... Me gusta saber que no quiso robar ese puesto, y me cabrea que lo juzgaran sin posibilidad de defensa... eso sí, al caer aquí en la tierra fue pervertido hasta convertirse en el diablo... que malos los humanos... un punto de vista genial el que nos has dado...
Besines...
Interesante punto de vista. Y suena verosimil como lo planteaste.
ResponderEliminarMuy lógica la opción de mostrar al diablo como fuente de todos los pecados... y el cretino ni siquiera se da cuenta, y hasta se justifica!... se parece a muchos -no diablos- que conozco jejeje
ResponderEliminarHola amigo Max EStrella: no menudeas demasiado por los blogs jueveros así que no voy a perder el ocasión de comentar tu entradada,hoy que está.
ResponderEliminarVeo que eres ambicioso, no te has contentado con hacer la reflexión de uno solo, sinó que te has quedado con todos, i además dices que los has cometido todos.
Con esta declaración tan comleta, pienso que ya estás cometiendo. otros pecados adicionales. per ejemplo: la avaricia, por quedarte con todos. la soberbia por haber confesado lo inconfesable. y por fin la pereza, pues has querido juntar todos los textos para ahorrarte el trabajo de hacerlos de uno en uno.
La verdad, verdad, es qeu lo he pasado muy bién leyéndote. Un abrazo y un recuerdo entrañable
Pero la vedad es que llo hepasdo muy biién le
Me ha encantado tu lúcida entrada, creo que en el género humano hay gente que es digna de ser Príncipe o Princesa del averno.
ResponderEliminarUn placer leerte como siempre.
Me ha encantado esa nueva explicación del origen del diablo. Mira por donde, le enseñamos nosotros y eso confirma el refrán: sabe más por viejo que por diablo.
ResponderEliminarMuy bueno, un abrazo.
Ay! Pobre diablo, qué penita me da....Aunque por otro lado, puede que tenga razón y hayamos sido nosotros los humanos los que lo hayamos pervertido, en cualquier caso, ahora disfruta más que antes, porque pecar es mucho más divertido, desde luego.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho ese punto de vista que le has dado, y que el demonio haya tenido la oportunidad de dar su versión.
Muchas gracias por participar!
Un beso
Excelente! Una visión diferente y no tan alejada de lo que podría ser en realidad. Ni decir que es mucho más creíble que la que nos cuentan desde siempre. No creo en el Diablo, creo que el infierno lo ha creado el hombre.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me encanta!!
ResponderEliminarEs cierto que uno tiene que ser mucho más feliz siendo imperfecto... Al menos a mi me gusta más que la perfección plena.
Muchos besos
Una buena reflexión. Creo que el ser humano tiene la libertad de hacer lo que quiere y que es él mismo quien ha hecho de este mundo el infierno. No nos excusemos en que somos tentados por el diablo, el diablo habita en cada uno de nosotros. Es parte de nuestra esencia.
ResponderEliminarUn beso.
Los humanos enseñando al diablo como pecar y alejarse de la perfección. Buen relato.
ResponderEliminarUn saludo.
Me gustó este relato, porque parece muy real, muy de ¿y por qué no? ...felicitaciones por este excelente aporte.
ResponderEliminarUn beso.
¿Y no será que el demonio habita en lo más profundo de cada uno de nosotros?, que cada uno de nosotros estamos más que bien provistos de eso que se ha venido en llamar nuestros demonios interiores. Somos capaces de pervertir y afear la más esplendorosa belleza.
ResponderEliminarMe ha gustado visión de los pecados capitales metiéndote en los pensamientos de Luzbel, el angel caido.
Un fuerte abrazo.
Javier, creo que con éste te has superado. De veras que ha sido de los que más me ha gustado. Utilizas un lenguaje muy rico, y éso es digno de mención. También ha sido un placer volver a leerte. Nos vemos.
ResponderEliminarUn abrazo
intenso escrito ahora vago y apartado de un mundo donde uno muchas veces no es uno
ResponderEliminarexcelente texto