De la foto que cuelga en el
salón de la asociación de cazadores de Luvina, no queda nadie. Ni siquiera los
que entonces, cuando fue tomada, éramos niños. Fue en el patio de la casa de D.
Gumersindo que tenía aquellas columnas de madera y aquel suelo empedrado que se
te clavaba en el culo cuando estabas sentado. Los mayores aparecían con sus
flamantes Winchester, mientras que los niños llevámos unas Benjamin Sheridan.
Todas las tenía D. Gumersindo en su armero y las había cedido para la
asociación. Él ya no tiraba a nada y en Luvina una plaga de coyotes, se decía,
estaba acabando con lo poco que había para llevarse a la boca. Era raro el día
en que no aparecían gallinas muertas o algún burro o los perros que, con sus
ladridos, tendrían que haber avisado que los coyotes andaban merodeando.
Desde que se creó la
asociación, los hombres en vez de estar en el bar, organizaban batidas
nocturnas en busca de alimañas. A pocos pasos de las afueras de Luvina, ya
podían adivinarse sus diabólicos ojos brillantes y percibirse sus terribles
aullidos, solo parecidos a los del viento que siempre sopla por acá.
Esas batidas fueron el fin de
la asociación, porque por esa época ocurrió lo de aquellos niños. Antonio
Parreño, aseguró que no era coyote sino demonio lo que vio y disparó todo el
cargador sobre aquella oscura sombra. Algo parecido le ocurrió a José Somoza
que, al final de sus días, aún no sabe contra qué disparó. Y así a muchos más,
aunque no contaran lo que habían visto o no.
Lo cierto es que jamás se vio
un coyote muerto en Luvina. Luego llegaron las venganzas y sus balaceras. Y
después un tiempo de silencio, únicamente roto por el ulular del viento entre
el follaje seco que todo lo abarca.
Y más tarde, volvieron los
aullidos a las noches, aún más fuertes, más humanos. Y volvieron a verse por
los alrededores de Luvina, aquellos ojos brillantes, acechadores a los que siguieron
las sombras y el viento y el polvo, como
un mal sueño.
Luvina...un lugar al que realmente no quisiera visitar..aunque, sino fuera por los aullidos siniestros, quizás me arriesgaría a deslizarme por esos pisos de piedra para escuchar el uludar del viento mover las hojas secas...Me encanta tu relato...muy descriptivo y aún mas, todo lo que tenga que ver con el viento y sus movimientos, me gusta...bss
ResponderEliminarEn otro sitio he leído y no me pareció un lugar tan desagradable pero al leerte hoy a ti, la verdad, no me quedan ganas de conocer. Y eso que me gusta el ulular del viento y el correr de las sosas.
ResponderEliminarUn beso.
Muy bueno, deja volar la imaginación imaginando esas cacerías y ese ser que se presentaba con tanto misterio...
ResponderEliminarMuchos besos
Losiento no me atrae ese lugar para irme de vacaciones, para desolación, me basta con la mía. Aunque he de decirte que la culpa ña tienes tú por haberlo descrito tan bien.
ResponderEliminarMuy bien hallado y mejor descrito tu relato. Aunque misterioso si que lo és, Me ha gustado mucho amigo, tienes una buena imaginación y describes con todo detalle todos los pormenores. Un abrazo
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs como que se pasan las ganas de conocer este sitio, ¿no? ...pues a mí todas!
ResponderEliminarMuy buen relato, me encanta la forma de describir cada cosa, cada sensación... he escuchado a los coyotes diría!
Un beso.
Terrible lugar al que espero jamás conocer jejej... magistral el clima en el que vas sumergiendo al lector, más al hacerlo a partir de una fotografía.
ResponderEliminarUn abrazo y de paso, felicitaciones por el éxito que ha logrado tu convocatoria.
=)
Un lugar bien descrito y con misterios que resolver.
ResponderEliminarUn saludo.
Un relato atractivo, muy bien descrito y lleno de misterio.
ResponderEliminarBesos
Qué buen clima de misterio has creado en Luvina...Te diré que cuando yo estuve también me pareció distinguir entre el aullido del viento el de los coyotes...¿o no serían coyotes? En Luvina todo tiene un aire siniestro y de desolación, tu y yo bien lo sabemos...
ResponderEliminarUn beso
Has creado un gran clima de misterio en tu relato, acompañado de ese miedo psicológico, que es el peor llevado.
ResponderEliminarUn abrazo
De ahi ese silencio y rencor entre los paisanos de Luvina. ¿Quien fue quien?.
ResponderEliminarPor un momento me he desplazado a la película de "Bailando con lobos" . Saludos
ResponderEliminarUn lugar que da miedo y a la vez en mi despierta la curiosidad por saber más... daría apuro ir a Luvina pero creo que de ir siempre habría algo que contar... me encanta el misterio que desprende tu historia... Me ha gustado mucho Max...
ResponderEliminarY gracias por esta convocatoria...
Besines...
Eso pasa cuando se sale a matar "alimañas" que nunca se han visto, con miedo, con nocturnidad, con la estupidez cargada y el gatillo dispuesto a disparar a cualquier cosa que se mueva. ¡Terrible!
ResponderEliminarUn abrazo.
Magnifica descripcion del lugar y todo lo que acontecio, si hasta he oido el aullido de los coyotes? Pero por Lubina seguro que no paso, besos.
ResponderEliminarMagnifica descripcion del lugar y todo lo que acontecio, si hasta he oido el aullido de los coyotes? Pero por Lubina seguro que no paso, besos.
ResponderEliminarLuvina, lugar donde la muerte es el eje alrededor del cual gira la vida de sus habitantes. Juan Rulfo crea un ambiente asfixiante y terrorífico. Tu narración no desmerece en absoluto. Magnífico trabajol, Max. Me ha encantado.
ResponderEliminarEspero que hayas gozado con tu conducción en este jueves de lugares imaginarios.
Un fuerte abrazo.