Su voz era como un susurro, hablaba y hablaba sin escatimar en
detalles. A esas horas de la noche, los pormenores sobre la historia de nuestra
familia me adormecían sin poder evitarlo. El abuelo repetía una y otra vez la
aventura de aquel viaje en el que una vez en el tren los rociaron con un
líquido apestoso que no sabían lo que era. El vagón estaba lleno, tanto, que no
cabían nada más que de pie. Nos contaba cómo él había recorrido esos mismos
parajes la primavera anterior y, entre los escombros de la guerra aún pudo ver
cómo la hierba seguía creciendo y las florecillas acudían fieles a su cita con
la estación tierna.
Al fondo estaría la montaña por la que intentó huir sin éxito. Quizá
hiciera el mismo frío que esta noche. Poco a poco la voz del abuelo se fue
alejando. Solo algún traqueteo del tren lograba despertarme un poco. Tenía una
pesadilla. Ladraban perros feroces, había luces fuertes e indeterminadas que
marcaban grises caminos. El vaho de los judios se mezclaba con la saliva de los
soldados y el calor de los canes…De repente me desperté.
El tren estaba parado. Salzburg. Todos habían bajado a por un café y un
cigarrillo. Él también fumó. Y fue al baño. Fue allí donde decidió que no
quería seguir ese viaje nostálgico al dolor. Con todo el ajetreo nadie se daría
cuenta. Esperó un poco y salió justo en el momento en que el tren abandonaba la
estación…
Que triste final..los dolores de la guerra siempre dejan marca indeleble en los corazones buenos...triste pero no menos bella historia...bss
ResponderEliminarLas cicatrices del dolor...son indelebles...no curan...y no dan tregua...probablemente estaba tan cansado de recordar que no se sintió capaz de seguir haciendolo...y menos "in situ"...
ResponderEliminarUn besote!!
Hay marcas que son eternas, cicatrices que no curan sino que a medida que pasa el tiempo escuecen aún más... los recuerdos no dejan vivir en paz, mucho menos si siguen latiendo, si siguen vivos...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Max...
Mil besinos...
Un día ese viaje fue obligado y con un destino inconsciente a la barbarie. Ahora, tiene la opción de decidir. ¿Por qué repetir su dolor gratuitamente? todavía lloran sus recuerdos.
ResponderEliminarBesos.
Una decisión para nunca volver a sufrir y tolerar tan fuertes y crudos recuerdos--
ResponderEliminarSaludo
Me parece genial esa decisión. No me gustan las conmemoraciones de eventos negativos. Es verdad que no pueden caer en el olvido, pero tampoco pueden ser unn generador de divergencias entre la humanidad.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Hay recuerdos tan ingratos a los cuales es mejor no volver jamás.
ResponderEliminarUn abrazo!
La guerra siempre deja una huella tan grande que es dificil de olvidar, y el abuelo decidió no volver a pasar por ese dolor tan grande. Fue una gran decisión.
ResponderEliminarUn abrazo
Heridas de guerra que nunca cicatrizan del todo. Mejor no volverlas a abrir.
ResponderEliminarUn saludo
Me has arrugado el alma... una historia de heridas que no cicatrizan, porque cuando el mal no tiene ni razón ni justificación, es muy difícil de cicatrizar.
ResponderEliminarUn beso.
Son tristes las guerras, y el recuerdo de lo vivido en ellas; pero como dices, la belleza, las flores, siguen brotando...
ResponderEliminarMuy bonito, como siempre.
Creí que ya lo había comentado.
Muchos besos
Los paisajes de la guerra se quedan grabados en el corazón y en la retina aunque el tren de la vida no se detenga.
ResponderEliminarUn beso
¿Insinuas un viaje de regreso a un campo de concentración tiempo despues de terminada la guerra?
ResponderEliminarEntiendo al abuelo, yo tampoco hubiera regresado.
Saludos.
Demasiado duro volver a realizar ese viaje de dolor, no me extraña que el pobre hombre tuviera que bajarse.Has contado muchas cosas y has mostrado muchos sentimientos en tan pocas palabras. Muy bueno! Encoge el corazón.
ResponderEliminarUn beso
Que buen realto, te aproxima a un crudo pasado al que no le quieres volver a ver la cara.
ResponderEliminarMuy bien resuelto. Emocionante.
Abrazos y gracias por participar
Debe de ser duro embarcarse en un tren y en un viaje a lo más crudo del horror todavía presente en la memoria. Yo no sé si podría hacerlo.
ResponderEliminarEl relato es realmente estupendo.
Un abrazo
Un relato muy coherente y hermoso.El hombre no podia seguramente seguir por los horribles reuerdos, que le llevaria este recorrido,el mismo que años atrás hizo bajo las órdenes de algún mando nazi. Me ha gustado mucho Max EStrella. Saludos.
ResponderEliminarYo tambien me bajaria de aquel tren, hay recuerdos que mas vale dejar atras.
ResponderEliminarYo tambien me bajaria de aquel tren, hay recuerdos que mas vale dejar atras.
ResponderEliminarYo tambien me bajaria de aquel tren, hay recuerdos que mas vale dejar atras.
ResponderEliminarUn buen relato con fuerte contenido histórico Max.....
ResponderEliminarA veces cuando voy en el tren superapretada pienso en el horror de esos trenes... no sé de qué me quejo... ¿Cómo podían soportar todo aquello? ¿Cómo lograron sobrevivir a tanto horror algunos? No siempre es fácil volver al pasado, no siempre es posible hacer frente al dolor vivido. No me extraña el final de tu texto, la resolución del abuelo. Encantada de leerte. Un abrazo
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