Llevo mucho tiempo sin participar y no sé si podré comentar a todos...lo intentaré...pero siempre me gusta participar de las primeras convocatorias de los compañeros, así que ahí va mi participación. Gracias. Más puertas en lo de Pedro Pablo
Todo cambió aquella mañana que
el abuelo se dejó las llaves dentro de casa y se le cerró la puerta por una
ráfaga de viento. Y eso que la puerta pesaba lo suyo con su madera vieja y sus
clavos. Tendría cien o doscientos años. Como los que puede tener el abuelo
ahora.
Entonces tenía por costumbre
salir a leer el periódico al calorcito del sol en la puerta. Y a ver pasar a la
gente que iba para el mercado o para el centro del pueblo. Nunca se salía con
las llaves. Tampoco aquella mañana, porque la abuela solía estar dentro en la cocina. Llamó pero hacía tiempo que no había nadie para abrirle la puerta. Dentro
el silencio solo era roto de vez en cuando por el timbrazo del teléfono.
Al principio se preocupó e
intentó buscar alguna solución al tema. Al principio, algún vecino le
preguntaba e intentaba ayudar, pero por poco tiempo. Con el paso de las horas y
los días, el abuelo se sentó a esperar, quizá otra ráfaga de viento pudiera
abrir la puerta o los chicos pasaran a echarle un ojo al ver que no contestaba
al teléfono. Pero nada. Seguía esperando pacientemente (el abuelo siempre ha
tenido una paciencia infinita, incluso cuando lo de la abuela).
Hasta que un día se le ocurrió
si no sería capaz de entrar otra vez en la casa por las bravas. Se levantó de
su silla baja de anea, la apartó. Cogió toda la carrerilla de que era capaz con
tanta edad y le dio un empujón enorme a la puerta. Esta no se movió ni un
milímetro. Pero él se encontró dentro, en el recibidor de la casa. ¡Toma!
Y sin las llaves. Todo podría volver a ser como antes. Volvería a encontrar a
su Sole en la cocina haciendo sus cosas y, él volvería a retomar sus viejas
costumbres. Aunque lento, ahora podría entrar y salir de casa a tomar el sol
sin tener que preocuparse por las llaves.
Tardó un poco en animarse a entrar por la fuerza, pero lo hizo... y le dio resultado, felizmente! A veces la vida requiere de nuestro empujoncito.
ResponderEliminarMe alegro que te decidieras a sumarte a otro de nuestros jueves!
Un abrazo
Original tu historia. Solo le bastó esa voluntad para volverse a encontrar dentro..
ResponderEliminarUn abrazo
Me encanta tu relato y ese deseo de cruzar la puerta que se hace realidad. Gracias Max por tu participación. Abrazos
ResponderEliminarAinsssssssss… tal vez, seguramente, era lo que tenía que suceder… pero es duro tuu relato… ese estar solo y que nadie se preocupe por el abuelo… Ahora ya está con ella y no volverá a preocuparse por las llaves…
ResponderEliminarQué bueno verte de nuevo por aquí …un beso.
Me encantó tu relato! es sorpresivo, a pesar de la metafora sobre los hechos, te deja una sonrisa en los labios saber que atravesó la puerta de una vez y para siempre y que su destino infinito esta allí adentro
ResponderEliminarBeso juevero
Atravesó puerta de la inmortalidad solo que fue consciente de ello mucho después de que sucediera... No fue el viento... ni el olvido... Fue simplemente que su alma se había liberado y ahora ya no había prisa alguna.
ResponderEliminarEn realidad, es un texto muy místico. Me ha gustado.
Un beso enorme.
Tiene tu relato un toque de realismo mágico. Atravesar la puerta de la eternidad siempre es deseable, o por lo menos algunas veces se piensa en ello.
ResponderEliminarUn beso