Pequeña muerte
Todos los domingos por la tarde son una
pequeña muerte. En sentido literal. Está uno en su sofá tranquilamente viendo
algún partido de baloncesto, alguna serie o alguna película de estreno y de
repente piensa en el lunes, en la semana, en lo que tiene que hacer. No hace
falta que sea un pensamiento concreto ni elaborado. A veces un papel encima de
la mesa del salón, o una anotación en la pizarra de la cocina cuando te has
levantado a preparar café, es la chispa que hace romper toda la cascada de
pensamientos. Entonces el corazón se acelera. Parece que a uno le falta la
respiración. Siente uno como los pulmones se le hinchan y colapsa. Me han
contado, después una vez recuperado, que caigo a plomo sobre el suelo del salón
o de la cocina. Que no reacciono ni al agua en la cara, ni a los vahos, ni a la
respiración asistida que me ponen los sanitarios cuando llega la ambulancia o
me llevan al hospital. Unos tres entierros llevo ya. Tres veces que me han dado
ya por muerto y me han velado. A veces de lejos, como entre brumas, oye uno los
comentarios de la gente “pues que buena
cara que tiene” “parece que está
dormido” (joder es que creo que es verdad) “que hijo de puta que era”…
Pero creo que esta es la definitiva. Se
habrán hartado todos de tanto vaivén y de tanto gasto. A la cuarta va la
vencida. No me he percatado de los comentarios, no he oído nada y, tengo la
impresión de que llevo días aquí dentro. He comenzado a alimentarme únicamente
de la proteína que va entrando. Hace frío y se está húmedo. He recordado
determinada escena de Kill Bill. No sé qué día es hoy.
Felicidades, Max, por tu relato. Bien contado, sorprendente y con expectación. Gracias por participar, nunca es tarde. Un abarzo
ResponderEliminarVaya, al final le llegó su hora de verdad... Pobre hombre!
ResponderEliminarEn la antigüedad pasaba más de una vez, luego tras abrir el ataúd por lo que sea veían las marcas se las uñas... Que horrible que te den por muerto y más aún que re lleguen a enterrar!
Muy buen relato! Un saludo!
Eso de los domingos es una sensación que, seguro, compartimos muchos… 😏
ResponderEliminarEn este caso, con un desenlace que, después de algunos amagos, resultó ser el definitivo…
Muy bueno. Y el momento “Kill Bill”, angustioso, desde luego… pero la película, genial, así como tu relato.
Me ha encantado, Max.
Abrazos, y feliz finde.
Ja! Qué bueno! Y la alusión la escena de Kill Bill, la cereza que corona el postre. 😊 un muy buen texto que sumerge al lector en esa pesadez previa al lunes )( en épocas normales, claro) un abrazo
ResponderEliminarQue angustia ver esos momentos y no poder comunicarte, dicen que ha muchos les ha pasado porque encontraron las marcas dejadas en la madera al intentar salir.
ResponderEliminarUn relato durillo y muy bien descrito.
Abrazos
Jajaja! Y verdad que los domingos por la tarde son (en mi caso eran) así. Me pasaba que me entraba una mala hostia solo con pensar que el lunes estaba a la vuelta de la esquina; pero, por suerte, aprendí a resolver esa sensación pues me di cuenta que además de padecer el lunes 24 horas, le añadía unas cuantas horas más del domingo por la tarde, con lo cual, lo único que hacía era alagar el tedio.
ResponderEliminarAhora pongo cara lunes, los lunes, pero el domingo, entero para mi.
Muy divertido tu relato.
Bss
¡Ay, qué bueno... ! Lo que ha salido de tu imaginación...
ResponderEliminarPues nada, que imite a la Urma...
Besos
Me has ido sorprendiendo párrafo a párrafo , y ya el final ha sido genial. Enhorabuena .
ResponderEliminarUn abrazo y hasta la próxima.
Genial esa pequeña muerte, que al final parece que es definitiva. Te diré que existe una pequeña muerte, (le petite morte), que es mucho más placentera que esta que ocupa tu relato. Aquella que sucede a veces tras un apasionado encuentro.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato, Max.
Un abrazo.
Parece que habrá un nuevo regreso.
ResponderEliminarSaludos.
vaya relato me gusto leerlo es dinámico, entretenido con su toque de reflexión y de sorpresa
ResponderEliminaryo como madrileño, por tanto gato, llevo como tu consumidas varias vidas. La verdad es que le he pillado el gusto a eso de resucitar y darles un susto del carajo a los veladores de mi velatorio., Mi temor, que después de tanto susto cuando llegue al final de mi séptima vida no tenga velador alguno
ResponderEliminarJoderrrrrrr, ¡qué bueno, Max!
ResponderEliminarLo del domingo es verdad que es una muerte anunciada por mil detales y que nos hace entrar en un estado comatoso especial.
Me ha gustado mucho tu aportación, la veo muy original en el fondo y en la forma de introducirnos en ella.
Felicidades y abrazos.
Muchas gracias a todos por vuestros amables comentarios. Siempre es un placer leeros y, sobre todo ver las visiones tan diferentes a las que puede dar lugar un relato.
ResponderEliminarLlego un poquito tarde. Me ha encantado, trepidante y con una pizca de. Genial, capaz que el tipo regrese :-)
ResponderEliminarUn abrazo
me encantó el paralelismo del domingo tarde. ya se sabe que va tanto el cántaro a la fuente, que al final, se rompe.
ResponderEliminarSaludosss max
Conozco ese sentimiento o sindrome de domingo por la tarde. Horrible, darse cuenta de que ni un día de descanso te dejan, aunque al protagonista ya le han dado el descanso eterno. Ya no habrá más papelitos ni lunes para despertar.
ResponderEliminarBuena comedia de algo que verdaderamente duele, y no es precisamente la muerte.
Un abrazo
Un relato idóneo para estos días.
ResponderEliminarCreo que le tienen ganas y cerraron la caja deprisa.
Un placer leerte.
Saludos
Uff! Me quedo con los pelos de punta. Fantástico relato, besos
ResponderEliminarDe todas las enfermedades posibles ser un cataleptico es de las mas horrendas posibles, porque con frecuencia "despiertan" cuando ya es tarde.
ResponderEliminarBuen relato, que puede tener continuacion espero
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