-¡Ay! Espera. Vuelve a repetir ese gesto. Es nuevo, encantador y no lo había visto nunca antes. Se ha convertido en irrepetible por irrepetido. Vuelve a sonreir del modo en que lo estabas haciendo hace unos segundos. ¿Cómo?; ¿no puedes?. Por eso, intento no perderme nada de lo que haces, porque son diapositivas, instantáneas, únicas y que si no son vistas en ese momento, pasan fugaces como esas nubes rasgadas que arañan el azul del cielo los días de viento.
Por eso quiero pintar los pétalos de las palabras de vívidos colores, reunirlos en un manojito y dártelos junto con la buenaventura.
¿Cómo atajar el agua que corre? Y si la atajamos, deja de ser ¿Qué hay en ese impulso nuestro hacia un más allá en el devenir? ¿Posesión? ¿Deseo de sentarnos al borde del camino? ¿Decir "ya llegué"? Gonzalo.
ResponderEliminarUna bellísima postal de exaltación vital.
ResponderEliminarMax, la última frase es para enmarcarla.
Saludos.
No nos engañemos….la improvisación crea lo irrepetible, y como muy bien dices es irrepetible por que no se puede hacer igual de nuevo..
ResponderEliminarFíjalo cuando puedas!.
Hasta pronto!.
Adrià
Cuantos momentos infimos pero eternos nos llena la vida .. y mas si es de la persona amada. Y todo como dices se recojen en un manojito de poemas. No?
ResponderEliminarLa irrepetible belleza de la impermanencia. Fascinante texto.
ResponderEliminarCiao,
ResponderEliminarVenía a comentar este texto que leí hace unos días, y veo que hay dos nuevos.
Me encanta la prosa poética que empleas para exaltar un simple gesto, que por el hecho de ser simple y expontaneo está lleno de belleza.
Y enhorabuena por la fuerza con la que has vuelto este otoño-invierno, después de una temporada algo más irregular. Está claro que la felicidad te llena de creatividad...
Besos,
Mónica