Ibas con el chubasquero verde de tres cuartos que compramos en el ruidoso y navideño centro comercial y con tus botas de lluvia con florecillas dibujadas por todas partes; con el paraguas abierto a tu lado derecho, te dedicabas a saltar entre las primeras gotas, grandes y frescas que caían en la acera, para luego saltar de flor en flor en las baldosas gaudianas de una calle de Barcelona. Yo te miro a lo lejos, sonrío, sonríes y vuelves a tu infantil juego con la repentina tormenta. La niña te imita jugadora y feliz. Se debe vivir bien aquí, si siempre caminas entre flores, si tienes el mar cerca...no recuerdo a lo que fuimos, pero sí que tengo la brumosa memoria de que vimos un piso, de techos altos y pasillos y espacios amplios, como les gusta a mis niñas.
Por la tarde, en la vuelta, en el tren, os dedicáis las dos a contar las gotas de lluvia que chocan contra el cristal y a adivinar las formas que tienen las nubes veloces que se alejan de la ciudad como nosotros...la niña se ha quedado dormida apoyada en la ventanilla del vagón de turista en el que viajamos de regreso...a casa...la que sea...
El "libro" que tengo entre las manos, me gusta...miro leo y lo disfruto...
Muy bonito. Curiosidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un libro, lluvia, mar, charcos, flores, paraguas... otoñal y precioso. ¿Qué libro? ^^
ResponderEliminarEl otoño... qué bellas imágenes nos ofrece antes de introducirnos en la oscuridad del invierno¡
ResponderEliminarDisfrutemos de ellas mientras podamos, Max
Un beso fuerte,
Me gustan tus entradas, casi puedo imaginarme en el trenal lado de la niña.
ResponderEliminarMe gustan tus comentarios, me hacen reflexionar y aprender...
Gracias por las dos cosas.
Ps: Bonitos poemas por cierto...