Ha
muerto J. Spencer, famoso creador americano de puzles, rompecabezas y todo tipo
de acertijos. Y resulta que el mito o leyenda del puzle al que siempre le falta
una última pieza, es cierta. Lo confiesa el creador del primer puzle moderno en
una carta póstuma encontrada entre sus cosas, en la que señala como causa una
especie de paradoja sobre la imperfección del mundo. Si este no es perfecto, J.
Spencer, consideró que todos los puzles que salieran de su ingenio o caletre lo
harían sin solución, en el caso de los acertijos; o sin una pieza en el caso de los puzles. Las máquinas
de sus fábricas estaban concebidas tozudamente por ingenieros para ello, para
troquelar una pieza de madera menos.
Y
yo, en la otra punta del mundo, lo he podido comprobar, tras intentar hacer un
par de ellos con mi hijo. En la parte de atrás de la caja, siempre aparece el
sello de Spencer Ltd. A eso se le llama hacer pingües beneficios de toda una
mínima imperfección del terrenal mundo. O jugar un poco a dios, o pasar el
rato, qué se yo. Descanse en paz el señor Spencer en cualquier caso.
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