23 abril 2015

Este Jueves Relato: La despedida

Propone Pepe como tema de esta convocatoria la despedida. En su casa, podéis encontrar los participantes. Mi aportación es la que sigue:

La chica despedida pertenecía al sector siete de la cadena de montaje. Mejor la mujer despedida. Sí, es mejor referirse a Carmen como la mujer despedida. Pues bien, la mujer despedida se llama Carmen y se dedicaba desde hacía unos veinte años al montaje y ajuste de una pequeña tuerca de las que sujetan la parte de atrás de las placas de los hornos. Y este mismo viernes ha sido despedida. Ya se sabe, con la crisis caen las ventas y el consumo, el cuadro macroeconómico es volátil y, aunque ya se percibe en los mercados internacionales cierta recuperación, no tiene el suficiente empuje como para evitar los ajustes en el organigrama de la empresa. Fue la primera vez que Carmen oyó hablar de deslocalización. Que se lo digan a mi artritis de muñeca y el amartillamiento del dedo que tengo. Vamos, que alguien en Alemania había tomado una decisión por ella.

Esa tarde, salió tranquila y fue a casa dando un rodeo por el jardín que desde siempre tanto le gustaba y que, ahora veía con otros ojos. Ojos de parada, de mujer libre. Le alivió la idea de no aguantar más al gilipollas de su jefe de sección; no depender de horarios; pensó en pasar las tardes con su nieto recién nacido; ayudar a su hijo a buscar trabajo y colaborar con su nuera en las pequeños arreglos de ropa que hacía para subsistir; estar más tiempo en casa, sola.

Pero con el paro quizá no diera para la hipoteca y los gastos. Intentarían apañarse. Fuera maquillaje y gastos supérfluos. Pensaba en el alemán o americano o chino o español que hubiera tomado la decisión. A este no le importaba su artritis, ni cómo mantendría a la familia ahora que no había sueldo alguno en casa. Pensaba en la recuperación de la economía española y lo que menos le apetecía era hacer patria, como se suele decir.


Pensó en no dar explicaciones pero, al final habría una nota apoyada en el taquillón, emborronada, con esa caligrafía simple que tienen las madres. Su familía aún era joven y, seguramente, tendría ganas de luchar. Ella, ya no.

10 abril 2015

Este Jueves Relato: El Jardín

Otro final de marzo. Una ligera brisa retoca los ramajes de los árboles y dejan caer los cerezos sakura algunas flores blancas que alfombran ligeramente el suelo. Yo he vuelto a recorrer la distancia que separa Osaka de Tokio para encontrarte. Tu marido ha quedado ocupado en los siempre graves asuntos de la oficina. Mi mujer estará en este momento arreglando y limpiando la casa.
Esa misma brisa que susurra a los pétalos, mueve tu moreno pelo negro. Nada tiene que envidiar tu piel a la pureza de las flores blancas de los árboles del jardín imperial. Yo, por el contrario, llevo un ramo de rosas rojas que me señalan al fondo del camino. Me esperas con las manos juntas. Los remolinos de pétalos juegan casi a hacerte desaparecer. Tus perfectas simetrías se alzan rebeldes frente a las del parque en el que todos los años nos encontramos. Tú, eres toda primavera. Mi estado de ánimo es blanco como este jardín ahora.  
Llego hasta ti. Beso tus labios y me sonríen tus ojos. Me abrazas como si fuera la última vez, como todas las primeras. Beso tu cuello y un lunar justo al comienzo de la infinita espalda. Suspiras un segundo y nuestro aire se hace perfume, tu perfume; ese que añoro de primavera en primavera, en este jardín.  
Recorremos, cogidos de la mano, los senderos del parque. Jugará nuestra piel a que se ama, como viejos enamorados, como cuando estábamos casados.
Y al atardecer, cuando las sombras de los edificios se alarguen con el sol esquivo y tardón,volveremos al jardín, donde nuestro tiempo se detuvo y eclosiona blanco año tras año. Nos despediremos y yo cogeré el gris tren de las nueve hacia Osaka.

Y en las noches, sopla entre las ramas un fresco viento de primavera, que susurra a las bellas flores de su jardín, las nuevas historias de amor.    

Más historias donde Alfredo

02 abril 2015

Este Jueves Relato: Un mundo de sensaciones

Esta semana propone Cass que escribamos un relato sobre sensaciones, olores, onomatopeyas y colores...Bueno, pues ahí van los míos...

Era viernes y serían sobre las diez de la noche más o menos. Recuerdo que estábamos todos celebrando una fiesta del mojito en el piso de estudiante de Arturo. El piso era como todos los que se alquilan a estudiantes, estrecho y con muebles viejos de diversas procedencias. Y Arturo era ese amigo tuyo que decía que estudiaba enfermería. Yo estaba sentado en una silla en la cocina mientras veía el trajín que os llevábais con la hierbabuena, el ron, el azúcar moreno y el agua de seltz. El aroma de la hierbabuena lo impregnaba todo y se oía el tintineo de cucharillas y vasos de cristal. Entre risas y comentarios, los mojitos salían de la cocina como de una cadena de producción y se iban al salón donde el resto de la gente, bebía y bailaba.
Recuerdo que me miraste.
Te ha cambiado el gesto. ¿Te pasa algo? Estaba un poco pálido y ni el mojito que bebía, sirvió para hacer volver los colores a mi cara.
Nada, que acabo de ver mi propia muerte.
¿Cómo? No te reiste de la ocurrencia porque mi cara debía ser un poema o porque tú sabías que con otras pequeñas cosas había acertado y te dio un vuelco el alma.
Sí. Acabo de ver como al salir de aquí, cerca de la confluencia del Paseo Zorrilla con Juan de Austria, cuando íbamos a cruzar, un coche grande y marrón que va muy rápido me atropella y me lanza por los aires. Creo haber visto que caigo fulminado al instante.

Te asustaste pero me dijiste que seguro que eso no podía ser. Creo que estuviste toda la noche pendiente de mi. Y no pasó nada esa noche. Y no paso nada ni el sábado ni el domingo. Y nos volvimos a Madrid. Y no vuelve a salir el tema, hasta que planteamos las vacaciones. Podemos hacer cualquier cosa, ir a cualquier sitio menos visitar Valladolid. De momento está vedado, hasta  nueva orden o nueva premonición.