15 mayo 2015

Este Jueves Relato: Enigma Musical

Propone el Demiurgo este jueves-viernes, un juego que consiste en hacer un relato con el título de las canciones de nuestro grupo favorito. Yo lo hago con el de uno de ellos, que me ha costado elegir. El mío es este.

No mires atrás con ira, le dijo. Lo que quiera que hiciera nuestro padre ahora no tiene importancia. El viento traía un intenso olor a humo y muerte junto con diminutas gotas de lluvia que golpeaban al príncipe y a su hermana en la cara. Detrás, casi podía percibirse una a una la respiración de los soldados.  Delante, únicamente una inmensa llanura que en pocos minutos estaría llena de gritos, heridas, sangre, soldados en busca de una supervivencia imposible y monstruos. Porque el príncipe enemigo, Afanjul, su hermano, atacaría sobre los hombros de gigantes. Ya se vislumbraban sus cabezas a lo lejos, tras el vasto campo de batalla y una mota cubierta de cereal. El príncipe miró a su hermana y recordó las largas tardes de juegos, las escapadas al río a bañarse en los cálidos días del verano, las inspiradoras lecturas de cuentos de caballeros y princesas. No era justo. En ellos el príncipe bueno nunca moría, ni perdía territorio o posesiones. Tampoco la princesa que, en un último momento era salvada por un mágico encantamiento o hechizo. Los monstruos y enemigos caían a los pies de los príncipes y princesas de buen corazón. Pero eso era en los cuentos. Gracias por los buenos momentos, le dijo. Pase lo que pase, quédate a mi lado. El gran portón del castillo soltó un alarido de viejo y de muerte y el príncipe y la princesa lanzaron sus caballos a la batalla. 






El grupo es Oasis
Don´t look back in anger
Whatever
Standing on the shoulder of giants
Thank you for the good times
Stand by me

08 mayo 2015

Este Jueves, Relato: Desenvolviendo regalos anónimos

Este jueves, la convocatoria me ha parecido espectacular y muy original porque The Daily Planet´s Blogger nos invita a escribir sobre la base de un regalo anónimo que hayamos recibido. En su blog, los encontraréis todos. El mío era Memorias de África. Y este es.

Yo tenía una granja en África…” Siempre me ha parecido un maravilloso comienzo para un libro. Nunca he visto entera la película. Suelen ponerla los sábados o domingos después de comer. Y, en esas horas, a mi me entra un sopor que termina por dejarme dormida delante de la tele. De fondo sonando al cinco de volúmen, la maravillosa banda sonora o el motor del avión sobrevolando la estepa africana.  He visto gran parte, pero cuando me hablan de ella es como si hubiera perdido trozos de mi vida que no se dónde han ido a parar.

Como ahora, que me ha despertado un agudo pitido. Al mirar hacia afuera,  junto a la ventana del tren, aparece un cartel amarillo que reza Spor 1. Vía uno, andén uno. Aún no controlo bien el danés. De un salto bajo y veo cómo se aleja el convoy. Un silencio húmedo toma todo el apeadero. Huele a café y bollos de mantequilla, pero en la estación no hay ninguna cafetería. Habrá que seguir ese aroma y desayunar algo. Ya en el café, intento adivinar algún dato que me indique que estoy en el lugar en que debía bajar. Al fondo un póster del equipo local de fútbol me sitúa correctamente en el mapa. Arreo un bocado a un espectacular y blando pan de mantequilla y saco de la mochila la edición de bolsillo del libro Memorias de África. Se lo muestro al camarero que, en un perfecto inglés, me indica cómo llegar a la granja de Karen Blixen. Se encuentra a unos dos kilómetros siguiendo una carreterilla pegada a la costa.

El libro me lo regalaste la primera vez que vinimos a Dinamarca y nos perdimos buscando esa granja. Ahora descubro que era más fácil llegar de lo que entonces nos pareció. Quizá todo sea más fácil.


Según tú, con los cuarenta recién cumplidos, los dos deberíamos estar sobrevolando África, como en la película. Yo, de momento rezo un padrenuestro frente a la tumba de Blixen. Por algo se empieza.