A mamá no le voy a contar nada.
El otro día me preguntó y cuando se lo conté no me creyó. Estamos solos en
casa, no hay nadie más. Pero el señor que anda, existe. Todas las noches lo
veo. Viene y se sienta en el sillón blanco. A veces me habla. Otras no, se queda
ahí mirando todo el rato con su sombrero y su traje negro. Yo cierro fuerte los
ojos. Pero cuando los abro, muchas veces aún está ahí, y se ríe. Me dice que me
vaya con él, que me quiere llevar al cielo. Por eso yo, todas las noches,
después de rezar el padre nuestro y el ave maría, cierro la ventana. Si está
cerrada no me podrá llevar. El señor que anda no es bueno y, cuando se queda
mucho rato y me dice que venga que nos vayamos, llamo a mamá para que ella
también lo vea y porque yo no me quiero ir…
Hombre, la verdad que ese señor no quiere nada bueno, pobre niño, qué mal se pasa cuando se tiene esa imaginación tan fuerte, para lo bueno y para lo malo.
ResponderEliminarUn abrazo
Cuando tenemos imaginación la oscuridad es tan peligrosa como nuestra existencia.
ResponderEliminarMuy bien descritos esos miedos infantiles.
Un relato perfecto y redondo, breve e intenso, cargado de sensibilidad. Me gustó leerlo. Un abrazo
ResponderEliminar¡Que ternura de niño! Qué magnífica escena pone el miedo en las paredes de la noche.
ResponderEliminarUn beso
Me resultó escalofriante tu relato, en pocas palabras me has hecho erizar los pelos. Has logrado que pueda ver y vivir la escena del señor sentado en el sillón y el niño viéndolo.
ResponderEliminarTe felicito. Un abrazo.
Ese niño se lo tenia que haber contado a su mamá porque ella curará sus miedos entre abrazos y mimos y de ese modo se dormirá y dejará de molestar ese hombre que se sienta en el sillón blanco.
ResponderEliminarQué buena aportación.
Un beso.
Ese niño se lo tenia que haber contado a su mamá porque ella curará sus miedos entre abrazos y mimos y de ese modo se dormirá y dejará de molestar ese hombre que se sienta en el sillón blanco.
ResponderEliminarQué buena aportación.
Un beso.
Te digo lo mismo que tú me has dicho a mí Javier, se te da muy bien contarlo con la voz del niño...Pone los pelos de punta realmente...Parece mentira que con tan pocas palabras consigas ese efecto tan aterrador. Yo también he visto a ese señor con traje negro y sombrero...!Qué miedo por Dios!
ResponderEliminarGracias por participar!
Un beso
Pobre niño..encima de sus temores debe cargar con una madre que le falta tacto para cubrir esos temores...Que buen relato..me ha gustado mucho ese toque infantil que le diste..besos
ResponderEliminarEsto es terror psicológico.
ResponderEliminarTerrible relato, reflejo de terrores infantiles. Ahora bien, yo me pregunto, ¿Porqué el negro es asociado siempre a lo tétrico, a lo terrorífico?. Si este inquietante personaje hubiera estado vestido con vistosos colores, el miedo hubiera sido menor o nulo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Es curioso con tan pocas palabras has conseguido el ambiente perfecto para intrigar con tu relato. Da miedo la verdad.
ResponderEliminarUn beso