Los que estábamos en la sala
únicamente notamos un pequeño salto en la película. Estaba hablando ella, la
protagonista. Después la cámara lo enfocaba a él y luego volvía a hablar ella,
que volvía a decir lo mismo. Él ponía cara de póker. En la escena anterior Bill
Murray se había declarado. Le había dicho que tenían que dejar toda esta mierda
e irse a vivir juntos. Luego otra vez ella, y la cara de sorpresa de él. Y así
estuvimos un rato. Hasta que los murmullos terminaron por no dejar oír lo que
ella decía.
La gente comenzó a mirar hacia
arriba, a la sala de proyección. Desde el ventanuco continuaban saliendo haces
de luz de colores en bucle. Bill Murray y Andy Mcdowell seguían frente a frente
su perpetua confesión.
Después se oyeron los golpes en
la puerta. Todo quedó oscuro y se encendieron las luces. Hubo abucheos cuando
Pepe entró con la levita desabotonada. Salgan. No se preocupen. Ha habido un
pequeño incidente. A todos se les devolverá el importe de la entrada. Salgan,
por favor.
Afuera, unos sanitarios se
pertrechaban y entraban a la carrera. Mucha gente se marchó indignada. Yo me
quedé a ver cómo sacaban a Juan. En la camilla, con todos aquellos tubos y la
máscara me pareció mucho más pequeño. En la sala de proyección manejaba rollos
y cables e interruptores con la misma soltura gigante que Jonh Wayne su Winchester.
De aquel paro cardiaco no se
recuperaría el Coliseum que luego ardió. El polvo del derribo del edificio hizo
el resto.
La ciudad, joven y bulliciosa,
siguió con su run run continuo, siempre hacia adelante. Sin memoria. Sin
historias de amor.
Cayó el telón con la última función y ese infarto.
ResponderEliminarBuen relato de una época que agoniza como el protagonista.
Los tiempos cambian, ahora
plataformas como Netflix, HBO y otras,
desde la casa en el ordenador.
Saludos
Que interesante relato , con intriga dentro del cine ..ese hombre que proyectando le da un infarto y tiempo después arde el local ..misterioso o tal vez algo que ocultar ...Me gusto el enfoque que le diste .
ResponderEliminarPor no decir la censura de las cintas las cuales los cortes se notaban de manera descarada ..Un abrazo y muy feliz fin de semana.
Que bien contado, aunque no tiene final feliz, es una buena historia.
ResponderEliminarSaludos.
La joven ciudad le deja la memoria a los que pueden hacer la cuenta de lo que les falta. A los nostalgiosos. Tal vez Bill Murray y Andy Mc dowell viven eternamente el dia de la marmota en algun rincón etereo del que fue el viejo cine
ResponderEliminarMe gusta esta fotografía de época que retratas en tu relato!, beso y buen finde
Too avanza y se modifica
ResponderEliminarAbrazo
Un profesional que termina con las botas puestas, aunque seguramente habría preferido terminar bien su trabajo.
ResponderEliminarY esos incendios, esos tiempos que se van llevándose un recuerdo dejando apenas una estela de sentimiento.
Gracias, amigo. Un abrazo.
Murió para lo que vivió, seguramente. Buen relato. Un abrazo
ResponderEliminarPues te ha salido un relato de lo más completo. Si, nos has contado la vida de aquella sala de cine, de cabo a rabo. Quién sabe si la sala se habría salvado y hoy sería un teatro municipal, de no haber ocurrido aquel infarto.
ResponderEliminarUn abrazo Javier
Me encantó tu relato a pesar de su triste final, que he de decirte que has logrado quedarte conmigo porque creí que la causa de esos problemas durante la emisión de la cinta eran otros.
ResponderEliminarUn beso grande.
Un precioso texto, sea o no verdad ese percance de Juan , al pie del cañón.
ResponderEliminarLa última función, para el cine, y para él. Un abrazo
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