La divisé en el fondo del bar ese moderno al que íbamos todas las noches a gritarnos y a saborear un Ballantine´s-Cola en vaso alto de cristal fino o en copa balón. Lo cierto es que llamaba la atención por su peinado rubio de tupé alto, suelto atrás; por su traje rojo ajustado, su camisa blanca de cuello alto y su corbata de cuadros escoceses blancos y negros con pulsera de plástico a juego; por su moreno de mes y medio en playa y por sus zapatos de tacón altísimo de punta fina color plata astronauta. Me acerqué a ella casi a empellones entre la gente y evitando ser manchado por las salpicaduras. Conforme me fuí acercando su amplia mirada me preguntaba a dónde me dirigía y para qué. Sus ojos eran grandes pero bien delimitados a ambos lados por el rimmel; el gloss 16 horas, perfectamente en su sitio.
Le pedí Lucky Strike y le ofrecí cambiarselos, como suele hacerse en las fiestas, por los tres míseros cigarrillos que me quedaban en una caja de no se qué marca que les robé a mis padres...
- Pero, ¿qué dices chaval?-me espetó en un madrileño perfecto.
-Ah, pero, ¿no eres de una promoción de Lucky?.- dije sorprendido y un poco avergonzado.
- Pues no, ¿qué te has creído?.
-Entonces, ¿no regaláis nada?.
- Pero que co...Como avise a mi novio...¡Banal, que eres un banal!
Marché del lugar ante la atónita mirada de la rubia de la no-promoción de tabaco, de sus acompañantes y con mis tres míseros cigarrillos en el bolsillo para toda la noche.
Cuando salía del lugar, me dio hasta pena, me la imaginé, yo tan banal, invirtiendo tres o cuatro horas del tiempo de sus vacaciones en vestirse y peinarse así, para que luego llegara un bohemio desaprensivo como yo y la confundiera con la chica Strike y le pidiera una toalla, un porta CD´s de promoción o que le cambiara el tabaco...sí, sí que soy banal.
Banal! Esa es la vida empaquetada en colores nocturnos y envuelta de plástico translucido que rodea la noche veraniegas, esperemos que nuestro joven bohemio no caiga atrapado en la red de alguna araña de altos zapatos y veneno podrido. Banal! Esa es la vida empaquetada en colores nocturnos y envuelta de plástico translucido que rodea la noche veraniegas, esperemos que nuestro joven bohemio no caiga atrapado en la red de alguna araña de altos zapatos y veneno podrido.
ResponderEliminarJa ja ja ja ja... me encanta, me imagino la situación y... pues eso, que genial ;)
ResponderEliminarMe ha encantado la entrada. Y no puedo evitar sentir cierta simpatía por la mujer de rojo, Señorita Luckinfatigable cuando se trata de arreglarse.
ResponderEliminarEn otro orden de cosas, veoq ue eres un hombre de palabra, dijiste que volverías a mi blog y lo has hecho, dejándome además un comentario de regalo. Llevando tan poquito tiempo, estas cosas le saben a una a gloria, así que déjame darte las gracias.
Dioses!! Pero qué poco salgo de noche!! ^^ Qué pereza, tres horas para arreglarse!! Caaaaaray, de repente me siento taaaan vieja!!! XD
ResponderEliminarBesote, Max.
Que bueno. Me encantó el vuelo de tu imaginación.
ResponderEliminarImagino como quedó ella.
Saludos.