Me hizo un guiño el tiempo y me dijo que ya era hora de volver, no a la rutina pues no la he tenido durante unos treinta días. Me he traido una copa, miles de fotos, palabras dulces, un beso inolvidable al pie de la Torre Eiffel, su pelo fosco y mojado en Londres y, sobre todo imagenes y sonidos en una cajita para sacarlos a pasear si alguna vez pierdo la sonrisa.
Vuelvo con el viento del norte, que se hace esperar por estos lares, deseando reencontrarme con viejos amigos ante un café amargo y quemado y ver el tono ocre y terroso de los edificios sureños.
Tuve la melancolía justa, curada por un mensaje de texto de un teléfono móvil moribundo, aunque sigo sosteniendo que septiembre es un estado de ánimo.
Solo hice un propósito para este año que me comienza, proposito para ser susurrado al oido en uno de esos atardeceres minúsculos de otoño.
Ya estoy aquí, dicaz, contador, soñador siempre, bienhallados todos. Con permiso me vuelvo a sentar a vuestra tertulia.
2 comentarios:
De vuelta por estas tierras electronicas.. espero que tu color otoño se retrase un poco pues aun es verano..y en los fines de semana siempre se puede hacer una escapadita.
Maaaaaxxxx!!! Qué bueno saberte aquí de nuevo :) Comprendo tu melancolía pre-otoñal, pero estoy con Eowin, de hecho, pronto disfrutaré de una semana en la playa así que, hasta que eso pase, me prohibo pensar en el otoño. Tampoco me resulta muy difícil porque seguimos a 36 grados, por mucho que en el parte metereológico vaticinaran una bajada de temperaturas, un respiro...
Veo que has disfrutado de unas vacaciones maravillosas y como estoy segura de que habrán dejado poso, nos beneficiaremos de ellas también aquellos que te leemos. El carajillo de Baileys, por el momento, con hielo :)
Un besote enoooorme, Max
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