- ¿Tú te acuerdas del Ñoño, ese que vivía en la carretera de subida al cementerio, en las casas viejas junto a la antigua Inclusa, que era hijo del policía local al que, en tiempos de la República se llevaron los rojos a darle el paseillo, pero al que salvó en casi matándolo tu Jesús cuando lo llevó ante el Alcalde que finalmente le dijo que desapareciera del pueblo por un tiempo y que se tiró quince años sin volver, dejando a su madre y a su mujer al cargo de sus cinco hijos y que el Ñoño era el más despabilao de los cinco; que luego se casó de aquella manera con aquella maestra que vino en el año 63, creo que era, a dar clase a los chiquillos y que era tan guapa; que ahora vivía junto al partidor de las acequias y se dedicaba, todavía el muy avaro, a cultivar la finca de Pepico El Apartaor con el tractor que compró de una herencia, que solo Dios sabe de dónde sacó?.
- Pues no caigo ahora mismo.
- Pues que se ha muerto, de no saben qué. Con noventa años, el angelico, toa la vida penando...
- Pos ya está bien, digo yo.
- Pues eso.
2 comentarios:
Jajaja, lo simpático del tema es que me encuentro descripciones como esas muy a menudo en mi pueblo cuando se esfuerzan, casi siempre en vano, por referirme una noticia en la que desconozco al protagonista.
Un abrazo.
A mi me resulta muy curioso ese fenómeno de hablar en clave que,efectivamente se conserva en los pueblos aún...
El otro día leía un reportaje sobre el habla en las zonas rurales a ver si lo recupero y se lo mando.
un abrazo,amigo.
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