12 enero 2006

A day in a life

En los últimos tiempos he pensado que ese reloj despertador Casio heredero de los años 80 y que todavia funciona, anda demasiado deprisa.Los minutos corren en él como segundos. O quizás sea la sensación de querer aprovechar algún otro segundo en la cama. Hoy me he dedicado dos de sus minutos (que no de los míos, que duran más) a estirarme en la cama. He mirado justo por encima de la mesa sobre la que se pelean los papeles, escritos y facturas hacia la ventana y no he visto luz. Efectivamente era de noche y tengo la sensación de estar despierto como dos horas antes. Empieza el automatismo de mis primeros pasos. Albornoz, camino al baño, ducha, vaso de leche con miel y vestimenta. Me asomo a la avenida y oteo si va a llover o no (el tiempo daba que sí). Por último me voy a lavar los dientes y peinarme. Me he echado un gel anticelulítico en el pelo, confundiéndolo con la gomina. Igual bote, color y lugar, pues ustedes dirán. Por el frescor del gel frío reductor he notado lo que era. No se si fijará o reducirá la cabeza. Jíbara masa gelatinosa.
En la calle, tras los edificios se vislumbra y rasga el cielo el sol. Alguna nube despistada se sonríe de mi. He vuelto a coger el paraguas en el día que no era. La gente me mira raro al pasar. Yo me digo a mi mismo que si no llueve por lo menos es un detalle de estilo, un paraguas negro de gentleman. Lo luzco con aire casi marcial.
Hace frío, pero no me molesta, silbo incluso (creo que siempre silbo por la calle). Los niños acuden al colegio en esquilachado embozo; bufanditas, gorros para sus dispersas cabezas. La mía, relavada y queda con la auténtica gomina va haciendo números, pensando en lo que ha de hacer que no es trabajo. Porque el trabajo es siempre lo mismo, hay que pensar en lo demás.
A estas horas trato de sacar con sacacorchos una idea para un par de folios. Esta noche, otra de insomnio, me batiré a florete con ella para reducirla al plano de papel.

3 comentarios:

Tana dijo...

¡Ay, Max! Tu despiste casi casi me congracia con los míos :) Ahora sí que mi tic-tac me ha tumbado definitivamente. Casualidad. Iba leyendo tus artículos mientras escribía el mío y dejé este último para el final, antes de desconectarme. Al comenzar las primeras lineas casi me ha entrado un sudor frío... es que tengo un amigo que dice, que las casualidades no existen. ¿Qué me dices? Besito adormilado

Tana dijo...

Pues no, todavía no, pero estas son mis últimas palabras esta noche. Es que estaba buscando en tu perfil para ver si te podía enviar un correo. Como no es así... ¿Tuviste suerte con el concurso del Picarral? ¡Cuenta! ¿Sabes que editan luego un librito con los relatos? :) Si quieres enviarme un correo, creo que podrás hacerlo desde mi recuncho.
Buenas noches, Max. Besito tic-tac...

vitariz dijo...

bufon! que divertidas tus anécdotas (en argentino te diría que me hiciste cagar de la risa).

a ver si lo tuyo es descubrir un tratamiento 2 en 1???

besos,