De todos es sabido que el tiempo que tenemos es prestado. Lo que mucha gente desconoce, algo normal por otro lado, es quién es el prestamista. No obstante si, estamos atentos a los signos, en seguida nos podremos percatar del mismo y de aquello que hace para que nos percatemos de la deuda que tenemos contraída. Puede ser una sombra, una fría o susurrante corriente, puede ser un minuto o algo mucho peor, pero creedme que uno se da cuenta.
Yo he tenido un primer requerimiento en forma. En la mañana fría del miércoles, como a medio día. El sol radiante jugaba a engañar porque apenas si calentaba unos grados allá en lo alto. Y justo allá en lo alto fue como poco a poco, creció una algarabía gruyendo. Y ya se sabe lo que significa una bandada de grullas en plena emigración. A mi, por el contrario, siempre me había parecido un espectáculo muy bello, hasta aquel minuto de miércoles. Porque justo después de pasar aquella parvada, saltó el diferencial de la luz; quedó sin luz el frigorífico, la campana extractora y demás aparatos eléctricos de la cocina. Eran las 12 y 21 de la mañana tal y como pude ver en el reloj del microondas antes de que se fuera la electricidad. Nunca antes había saltado la luz en casa. Oí entonces un clic seco: el diferencial debió saltar. Dirigí mis pasos hacia la caja de la luz que contiene todos los interruptores y, efectivamente el diferencial estaba bajado, si bien, me percaté de que la caja estaba ligeramente abierta y me pareció oír otro pequeño crujido fuera. Siempre hay algún crujido fuera. Rápidamente abrí la puerta y un viento gélido como la muerte me golpeó la cara. Entré al instante a la cocina y, comprobé que todos los electrodomésticos emprendían de nuevo su marcha. Miré por la ventana y tuve la extraña sensación de que todo estaba parado. Habrían transcurrido un par de minutos. No obstante el reloj del microondas marcaba las 12 y 21 minutos tras volver a encenderse, como el reloj de pared de la cocina. Por un momento dudé, aturdido, si habría transcurrido tiempo alguno o no. !Al diablo! Habrán sido imaginaciones mías. ¿Imaginaciones? Sí, efectivamente, al diablo.
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