09 julio 2015

Este Jueves, relato: Sucedió en un tren

Debíamos continuar la historia donde Alfredo la dejaba, así que allí vamos.

Su voz era como un susurro, hablaba y hablaba sin escatimar en detalles. A esas horas de la noche, los pormenores sobre la historia de nuestra familia me adormecían sin poder evitarlo. El abuelo repetía una y otra vez la aventura de aquel viaje en el que una vez en el tren los rociaron con un líquido apestoso que no sabían lo que era. El vagón estaba lleno, tanto, que no cabían nada más que de pie. Nos contaba cómo él había recorrido esos mismos parajes la primavera anterior y, entre los escombros de la guerra aún pudo ver cómo la hierba seguía creciendo y las florecillas acudían fieles a su cita con la estación tierna.

Al fondo estaría la montaña por la que intentó huir sin éxito. Quizá hiciera el mismo frío que esta noche. Poco a poco la voz del abuelo se fue alejando. Solo algún traqueteo del tren lograba despertarme un poco. Tenía una pesadilla. Ladraban perros feroces, había luces fuertes e indeterminadas que marcaban grises caminos. El vaho de los judios se mezclaba con la saliva de los soldados y el calor de los canes…De repente me desperté.

El tren estaba parado. Salzburg. Todos habían bajado a por un café y un cigarrillo. Él también fumó. Y fue al baño. Fue allí donde decidió que no quería seguir ese viaje nostálgico al dolor. Con todo el ajetreo nadie se daría cuenta. Esperó un poco y salió justo en el momento en que el tren abandonaba la estación…


22 comentarios:

Diva de noche dijo...

Que triste final..los dolores de la guerra siempre dejan marca indeleble en los corazones buenos...triste pero no menos bella historia...bss

Anónimo dijo...

Las cicatrices del dolor...son indelebles...no curan...y no dan tregua...probablemente estaba tan cansado de recordar que no se sintió capaz de seguir haciendolo...y menos "in situ"...
Un besote!!

Anónimo dijo...

Hay marcas que son eternas, cicatrices que no curan sino que a medida que pasa el tiempo escuecen aún más... los recuerdos no dejan vivir en paz, mucho menos si siguen latiendo, si siguen vivos...
Me ha gustado mucho Max...
Mil besinos...

ɱağ dijo...

Un día ese viaje fue obligado y con un destino inconsciente a la barbarie. Ahora, tiene la opción de decidir. ¿Por qué repetir su dolor gratuitamente? todavía lloran sus recuerdos.
Besos.

Anónimo dijo...

Una decisión para nunca volver a sufrir y tolerar tan fuertes y crudos recuerdos--
Saludo

Juan Carlos Celorio dijo...

Me parece genial esa decisión. No me gustan las conmemoraciones de eventos negativos. Es verdad que no pueden caer en el olvido, pero tampoco pueden ser unn generador de divergencias entre la humanidad.
Un abrazo, amigo.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Hay recuerdos tan ingratos a los cuales es mejor no volver jamás.
Un abrazo!

CARMEN ANDÚJAR dijo...

La guerra siempre deja una huella tan grande que es dificil de olvidar, y el abuelo decidió no volver a pasar por ese dolor tan grande. Fue una gran decisión.
Un abrazo

pikxi dijo...

Heridas de guerra que nunca cicatrizan del todo. Mejor no volverlas a abrir.
Un saludo

AlmaBaires dijo...

Me has arrugado el alma... una historia de heridas que no cicatrizan, porque cuando el mal no tiene ni razón ni justificación, es muy difícil de cicatrizar.

Un beso.

Unknown dijo...

Son tristes las guerras, y el recuerdo de lo vivido en ellas; pero como dices, la belleza, las flores, siguen brotando...

Muy bonito, como siempre.

Creí que ya lo había comentado.

Muchos besos

rosa_desastre dijo...

Los paisajes de la guerra se quedan grabados en el corazón y en la retina aunque el tren de la vida no se detenga.
Un beso

ibso dijo...

¿Insinuas un viaje de regreso a un campo de concentración tiempo despues de terminada la guerra?
Entiendo al abuelo, yo tampoco hubiera regresado.
Saludos.

Charo dijo...

Demasiado duro volver a realizar ese viaje de dolor, no me extraña que el pobre hombre tuviera que bajarse.Has contado muchas cosas y has mostrado muchos sentimientos en tan pocas palabras. Muy bueno! Encoge el corazón.
Un beso

Alfredo Cot dijo...

Que buen realto, te aproxima a un crudo pasado al que no le quieres volver a ver la cara.
Muy bien resuelto. Emocionante.
Abrazos y gracias por participar

José Vte. dijo...

Debe de ser duro embarcarse en un tren y en un viaje a lo más crudo del horror todavía presente en la memoria. Yo no sé si podría hacerlo.
El relato es realmente estupendo.

Un abrazo

Montserrat Sala dijo...

Un relato muy coherente y hermoso.El hombre no podia seguramente seguir por los horribles reuerdos, que le llevaria este recorrido,el mismo que años atrás hizo bajo las órdenes de algún mando nazi. Me ha gustado mucho Max EStrella. Saludos.

MOLÍ DEL CANYER dijo...

Yo tambien me bajaria de aquel tren, hay recuerdos que mas vale dejar atras.

MOLÍ DEL CANYER dijo...

Yo tambien me bajaria de aquel tren, hay recuerdos que mas vale dejar atras.

MOLÍ DEL CANYER dijo...

Yo tambien me bajaria de aquel tren, hay recuerdos que mas vale dejar atras.

LAO dijo...

Un buen relato con fuerte contenido histórico Max.....

Mar dijo...

A veces cuando voy en el tren superapretada pienso en el horror de esos trenes... no sé de qué me quejo... ¿Cómo podían soportar todo aquello? ¿Cómo lograron sobrevivir a tanto horror algunos? No siempre es fácil volver al pasado, no siempre es posible hacer frente al dolor vivido. No me extraña el final de tu texto, la resolución del abuelo. Encantada de leerte. Un abrazo