Estamos en la hora del desayuno, aquella que se utiliza para partir la mañana dentro de un poco de cafeína y unas tostadas con aceite y tomate (tradición mediterránea). Dirijo mis pasos a la cafetería de un amigo del que sé que me va a tratar bien. Caminar rápido. En media hora hay que estar despachado de todo, desayunado y vuelto al papeleo. Sorprende al caminante un nuevo escaparate a la izquierda de la visión: "Seguridad extrema y contraespionaje" reza una pancarta provisional. Yo de los dueños de la tienda la sustituía por un gran luminoso de colores para hacer atractivas las ofertas de chalecos antibalas, equipos de escucha, etc... Me supongo que venderán todo tipo de mortíferas armas de defensa, artilugios soñados en las películas de 007 y quizás en la trastienda tengan venenos traídos de lejanos países del sudeste asiático o África.
He pensado que por fin (entiéndase el sarcasmo) tenemos una tienda de este tipo en esta ciudad de provincias, ya somos una ciudad grande, no por los quinientos mil habitantes que pronto alcanzaremos sino por esta sofisticación que ya vamos necesitando los pequeñoburgueses para nuestra defensa a ultranza de la propiedad, bienes y derechos muebles e inmuebles. Ya somos una ciudad con nuestra delincuencia, nuestras mafias, nuestros asesinatos por encargo y nuestra tienda de contraespionaje y defensa extrema.
No es por desearle mal a nadie, pero espero que solamente venda aparatos de escucha para avispados estudiantes y sus "tecnológicas chuletas", si no, es que estamos evolucionando (¿evolucionando?) hacia no sé que tipo de sociedad, defensiva, extrema....¿preventiva?...uy que mal me suena eso....
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