15 enero 2007

¿A qué piso va?

Ya hay miradas justo delante de la puerta del elevador. Un breve saludo. "Hola" o "Buenos días", si no es conocido. Un "buenas", si hay más confianza. Pasan las señoras o señoritas primero. Después los señores o caballeros en el orden de protocolo que en ese mismo momento deciden o establecen. Dos de los tres ocupantes de la cabina suspiran. Cada uno indica el piso al que va. Miradas al suelo. El botón del tercero está en parte quemado. El señor del tercero mira la colorida bufanda del señor del sexto. El señor del sexto cruza la mirada con la chica del cuarto que viene de natación con el pelo todavía mojado. Un ruidito y un piso arriba. "Parece que va a adelantarse el verano". Hay comentarios sobre el tiempo, alguna que otra banalidad. Otro ruidito y otro piso: ¡¡ale hop!!. Nuevo cruce de miradas. La chica del cuarto mira la luz del ascensor, luego otra vez al suelo; el ascensor es viejo y no sube a la velocidad que la chica quisiera. Pasan las puertas, con sus numeritos pintados, hacia abajo. Subir en ascensor es un acto de convivencia extrema, en un cubículo las respiraciones y las miradas se mezclan en ascendente caos. Dura unos segundos. Se llegan todos a sus pisos, salen torpemente de la cabina...que sigue su camino en un eterno sube y baja, recolocando nuestras existencias en su correspondiente ¿vivienda?.

12 comentarios:

Atticus dijo...

Ascensor, metáfora de incomunicación enjaulada, de intimidad asfixiada (menos mal, que a ti por lo menos te deja una buena descripción). La verdad, dan ganas de subir por las escalera(qué vida!).
Un abrazo

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Bien cierto que algunas veces casi se siente pudor en un hecho tan cotidiano. Donde quedaron esos tiempos en los que la comunicación era más fluida. Tan solo se percibe ya en algunos pueblos y entre alguna gente.

Abrazos.

Tanhäuser dijo...

Es una situación bastante desconcertante observar a tus compañeros de "viaje" intenta ocultar su mirada entre sus zapatos.
Mejor, subir por las escaleras. Así, al menos, se hace ejercicio.

Eowin dijo...

En verdad yo creo que es violento pues tenemos tan cerca, en lo llamado espacio vital que nos violenta e incomoda.. es anti natural.. (igual que vivir unos encimas de otros).

Goethemala.. no hablas con la gente por la calle ni en los ascensores pero cuando estas en el campo y tu curzas con algien siempre slo saludas, te has planteado el porque de esto?

Marlu dijo...

Yo soy más borde, con los vecinos "pugneteros" me comporto con una educación empalagosa, y los desconcierto. Es mi pequeña venganza, ser amable con los raros.
Saludos desde el tercero

vitariz dijo...

si, los ascensores son miniatura de lo que somos en la calle: perfectos anónimos tratando de convivir.

buen post!

Ana Salta dijo...

Hacía tiempo que no leía la palabra "elevador" :)

Shhhh pero yo siempre canto mentalmente una canción y miro hacia los "numeritos".

Un beso!

MENS REA dijo...

Soy egoísta...me gusta subirme al ascensor sola. Lo quiero todo para mí. Y es que no se qué decir, qué mirar, no me gusta tener a nadie detrás, sólo observo zapatos y zapatos ...

Max Estrella dijo...

La verdad es que creo que hay situaciones en las que nos pone la vida que son "radicales" y esta es una de ellas;te ves enfrentado a unos casi desconocidos en un espacio tan cerrado...yo siempre suelo ser educado...hablar antes del tiempo y mirar los zapatos...
ahora marcho para mi ascensor...
efectivamente Eowin,es antinatural,de lo más antinatural que hay...
gracias por sus visitas...
un fuerte abrazo

Ruth dijo...

Qué verdad es. Me tiene que caer muy bien un vecino para compartir ascensor con él (o ella), es una situación muy incómoda. Claro que ellos lo pillan enseguida. Suelen soltar un "¿Subes andando? Para hacer ejercicio, ¿no?", con una mirada burlona que lo dice todo y me incomoda más todavía.

Portarosa dijo...

Me ha gustado, Max.

Un abrazo.

Mónica dijo...

Ciao,

Es una situación de lo más extraña. Raro es el que no se ha puesto nervioso alguna vez en un ascensor. Yo soy de las que mira el correo si lo ha habido, o las llaves, les doy vuelta y más vueltas como si no supiera cual es la que corresponde a mi puerta. Supongo que es lo que comenta eowin que en cierta manera el espacio es tan tan reducido, que sin querer y sin darnos cuenta estamos invandiendo y nos están invadiendo el nuestro propio.
Un abrazo,