12 febrero 2008

Hobbes III

El Hobbes III era la típica embarcación que parecía que iba a romperse en mil astillas en la siguiente ocasión en la que tocara las parduzcas aguas, a pesar de lo cual, llevaba años y años remontando el Río Perfume en Hué.
Jean, había oído muchas de las leyendas del río a lo largo de todo el tiempo que lo surcó. Él mismo ya formaba parte de la leyenda; no en vano había pasado de hijo de pequeño burgués parisino, de comprar libros y novelas de amor en la Rue Lafayette a contrabandista de opio primero y transportista de todo tipo de cosas y personas después. Piensa en las amantes que ha visto su barco; las parejas furtivas que llevaba a los bosques cercanos, piensa en mandarines confiados y sapientísimos monjes ascetas...
Entre el olor a brea y a pescado que aún tiene algún viejo embarcadero, recuerda con desdentada sonrisa, como en la eterna estación de las lluvias, un leve manto de flores cubría la superficie de las aguas y como los pétalos se abocaban vertiginosos hacia una incierta desembocadura. También recuerda como la conoció a ella, su primer único amor y su sonrisa mientras apartaba su lindo pelo liso para, cogiendo del agua una flor, colocarla sobre la pequeña oreja y besar el blanco y elongado cuello...recuerda y recuerda, mientras suena a la hora de siempre la gran campana de una pagoda, un pétalo se pierde entre las aguas río abajo, cae el sol viejo y dorado y al mirar a su vera, es observado por la mejor de miles de razones por las que se quedó a vivir aquí...

2 comentarios:

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Sabía yo que ese gran viaje sería inspirador de relatos tan bellos. Me gusta especialmente por el quiebro que hace. Al inicio pensé que era una remembranza piratesca y acabo siendo una afirmación romántica. Muy bueno, Max.

Saludos.

Tana dijo...

Aissss qué bonito!!! Estoy con Goathemala. Ole-ole que el viaje comienza a dar frutos y los compartes con nosotros...
Un besote enorme, Max ^^