08 mayo 2015

Este Jueves, Relato: Desenvolviendo regalos anónimos

Este jueves, la convocatoria me ha parecido espectacular y muy original porque The Daily Planet´s Blogger nos invita a escribir sobre la base de un regalo anónimo que hayamos recibido. En su blog, los encontraréis todos. El mío era Memorias de África. Y este es.

Yo tenía una granja en África…” Siempre me ha parecido un maravilloso comienzo para un libro. Nunca he visto entera la película. Suelen ponerla los sábados o domingos después de comer. Y, en esas horas, a mi me entra un sopor que termina por dejarme dormida delante de la tele. De fondo sonando al cinco de volúmen, la maravillosa banda sonora o el motor del avión sobrevolando la estepa africana.  He visto gran parte, pero cuando me hablan de ella es como si hubiera perdido trozos de mi vida que no se dónde han ido a parar.

Como ahora, que me ha despertado un agudo pitido. Al mirar hacia afuera,  junto a la ventana del tren, aparece un cartel amarillo que reza Spor 1. Vía uno, andén uno. Aún no controlo bien el danés. De un salto bajo y veo cómo se aleja el convoy. Un silencio húmedo toma todo el apeadero. Huele a café y bollos de mantequilla, pero en la estación no hay ninguna cafetería. Habrá que seguir ese aroma y desayunar algo. Ya en el café, intento adivinar algún dato que me indique que estoy en el lugar en que debía bajar. Al fondo un póster del equipo local de fútbol me sitúa correctamente en el mapa. Arreo un bocado a un espectacular y blando pan de mantequilla y saco de la mochila la edición de bolsillo del libro Memorias de África. Se lo muestro al camarero que, en un perfecto inglés, me indica cómo llegar a la granja de Karen Blixen. Se encuentra a unos dos kilómetros siguiendo una carreterilla pegada a la costa.

El libro me lo regalaste la primera vez que vinimos a Dinamarca y nos perdimos buscando esa granja. Ahora descubro que era más fácil llegar de lo que entonces nos pareció. Quizá todo sea más fácil.


Según tú, con los cuarenta recién cumplidos, los dos deberíamos estar sobrevolando África, como en la película. Yo, de momento rezo un padrenuestro frente a la tumba de Blixen. Por algo se empieza. 

17 comentarios:

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Me ha encantado Javi, encantado, me parece un texto precioso.

Perico.

Unknown dijo...

Muy bonito relato con una buena reflexion. Las mismas cosas, dejando pasar el tiempo, se ven de manera diferente. Quiza seamos nosotros mismos quienes hagamos de la vida algo complicado. Puede que las cosas sean bastante mas sencillas.

Un final abierto que deja mucho a la imaginacion.

Muchos besos, no se poner acentos en el movil

Anónimo dijo...

Un texto que hace pensar y reflexionar... me gustan los textos así, los que hacen volar la imaginación... Que nonio te ha quedado, enhorabuena, a mí, me encantó!!
Yo tampoco he visto esa película entera... ahí coincido con la protagonista de tu relato... tal vez ya sea hora... :)
Besines...

Nino dijo...

Buenas tardes, Max:
Gran relato impregnado de un tenue halo onírico, que me lleva a no saber si la protagonista está en Dinamarca o en un sueño.
Me parece muy ingenioso el que la lectura del libro lleve a tu inspiración al país de la escritora y no al de la fábula.

Un abrazo, Max,

Anónimo dijo...

Perdón... quise decir que bonito te ha quedado... ainss..

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Muy buen final. Lo de Africa siempre se está a tiempo, y si no, a conformarse con la película, que ya es bastante.
Un abrazo

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

No siempre es más fácil. No saber que es fácil es también una complicación.
Que interesante es las asociaciones que llevan al pasado, de la granja buscada, del libro regalado. Parece haber nostalgia encubierta, acechando por salir.

tereoteo dijo...

Por algo se empieza, efectivamente, el más importante es el primer paso.
El texto precioso, como un paseo por un sueño.
Y si lo de los cuarenta es así, yo ya estoy tardando en sobrevolar África.
Un placer leerte.
Besos!

Tracy dijo...

Ya tenía escrito el comentario y se me fue.
Te decía que es una de mis pelis favoritas y la has tratado con una delicadeza y una solemnidad que ye honra y demuestra lo bien que escribes.

Sindel Avefénix dijo...

Un primer paso es el inicio de un largo camino, así dicen.
Me gusta mucho el sentido que le diste a la película, y el relato que te inspiró.
Un gusto leerte.
Abrazo.

Alfredo Cot dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alfredo Cot dijo...

Cómo me ha gustado tu relato, aunque pueda parecerlo no he sido yo el que lo ha propuesto, a estas alturas ya sabrás quién. Yo he estado en esa granja, la de Nairobi, me he perdido mirando las colinas de Ngong.
He sentido tus letras como mías, como sentí a Karen, aquella tarde en su granja de África.
Abrazos

San dijo...

Bueno Max el regalo lo has desenvuelto con delicadeza y picardia,Me ha encantado la forma y el fondo. Esa película me gustó mucho, especialmente cuando le piden a la protagonista que cuente un cuento partiendo de una palabra y ella inventa toda una historia, eso es lo que se me antoja que has hecho tú, Creo que a esto se le llama ser escritor ¿no?.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Un hermoso relato, Max. Yo si he visto la película aunque no he leido el libro. Su autora, esa que tu protagonista visita en su tumba para rezar, era una enamorada de Africa y ese amor a Africa es el que se refleja en la película. Pienso que todos tenemos sueños, y que los 40 es una buena edad para sobrevolarlos.
Un abrazo.

Charo dijo...

La primera vez que vi Memorias de África me salí del cine porque me pareció muy lenta y aburrida, años después volví a verla y me encantó....o sea que las cosas se ven de forma diferente a medida que pasan los años...como le pasa a tu protagonista.
Un beso

casss dijo...

Hola MAX, estimado David, ha sido una delicia leerte. Imagino vivir esa historia así tal cual la relatas y la sueño tan hermosa y perfecta como la película y el libro.
Rezo una plegaria también al lado tuyo. No haré ruido, para no molestar
Por algo se comienza...
Besos

rosa_desastre dijo...

Un regalo ha sido leer tu texto, de verdad, un viaje en dos tiempos, el de la añoranza y el de las páginas de un libro a medias.
Un beso