29 enero 2011

Lo que yo soñé IX

  • Con un cierto caos en mi vida.
  • Con una chica con los calcetines a rayas. Por eso cuando ví los tuyos verdes o esos naranjas que te compraste después, no pude evitar que me empezaras a gustar.
  • Con una chica con los pies pequeños y de tez blanca...así que cuando me dijiste que tu número era un 36, una pequeña sonrisita se me escapó sin yo quererlo.
  • Con música en mi casa los sábados por la mañana. Pop a ser posible. Siempre he soñado con ser alternativo, o poppy (también me vale)
  • Ahora sueño con unas gafas de pasta negra que me hagan parecer un intelectual. Parecer, solo parecer...que donde vivo no he visto ningunas aún...y si están pasadas de moda me las pondré igual..
  • Con mañanas de café y libro y ordenador.
  • Con unos desayunos largos como la vida, para disfrutarlos en la mesa de la cocina, o en cualquier otro lugar donde pueda darnos el sol por la mañana, por mucho frío que haga fuera. Que lo nuestro es lo de aquí, lo de fuera ya puede ser frío, gélido.
  • Sueño con huecos y rincones en los que poder perdernos y que nada nos encuentre o nos toque.
  • Sueño con tener un libro que presentar y quedarme sin palabras en la presentación porque ni yo mismo sabía lo que quería decir cuando puse aquello en la pág. 32...o si mi personaje era de esta o de aquella manera...no lo sé porque no los pienso de principio, van creciendo con los relatos...
  • Con que me guste un relato propio...¿cómo será eso?
  • Con poder escribir, o no escribir...o yo que sé...los sueños pueden ser contradictorios...
  • Con que haya una sola persona que me conozca y, al resto, no dejarlas de sorprender...una veces para bueno y otras para lo malo...que ellas elijan el grupo al que quieren pertenecer...
  • Con soñar cosas, a diario, cada hora, cada minuto....
  • Con no tener plan de vida...que luego ya se sabe que nos frustramos cuando no se cumplen los sueños...tenerlo todo planificado es lo más parecido a ser gris, bidimensional, ni avanzar...hacia donde sea...que lo importante es moverse...

23 enero 2011

Dominicos

El muro de adobe, y ladrillo más tarde había estado ahí desde el siglo XVII y, en otras épocas, era la separación entre un cierto paraiso y todo un infierno. Dentro, los monjes, dominicos en esta ocasión, disfrutaban de su pobreza de sopa boba diaria, de su jardín, de su ora et labora y, desde el otro lado de ese muro, dominaban el tiempo y nuestras vidas al toque metálico de la campana de su convento.

La iluminación en aquella época no sería muy distinta de la que hay ahora.

La modernidad hizo pasar una carretera nacional junto al muro y lo convirtió en un vestigio gris e hizo que asomaran los ladrillos en ciertos desconchones.

La postmodernidad tapió las ventanas que dan a la ya antigua nacional, que las autovías han convertido en un vestigio gris camino de Madrid. En ámbar intermitente el semáforo, declara inútilmente que ya no es esa parada obligatoria en medio de un pueblo y en la que se despertaban los niños para preguntar cuánto quedaba de viaje de vuelta de los sures inciertos y soleados.
Su ventana enmarca un trozo de ese muro al otro lado de la carretera. Sus arrugas, la melancolía de más tránsitos; y la esperanza cuando, desde el fondo de la calle se oyen los pasos de algún transeúnte que pasa, fugazmente, frente al retablo inmovil desde hace mucho tiempo de su sala de estar. Dentro la luz es de un amarillo macilento y al fondo del salón la tele vomita actualidad...es ahora la que marca el tiempo, domina nuestras vidas al son de su vacuos ecos de pantalla plana...
Los que ahora pasan por aquí andan perdidos...como todos...como siempre...desde que el muro es muro...