29 enero 2015

Este Jueves, Relato: Caso Nisman

Si en este momento está usted leyendo es porque, seguramente, yo andaré ya muerto. Así que usted, amable lector, ándese también con cuidado y no dé a conocer, de momento, ni el contenido de esta carta, ni el del cd que le acompaño con todas las pruebas de la investigación que he ido reuniendo a lo largo de los últimos meses. Todas apuntan hacía la señora X, o señora Rosada, si estuviéramos en un film de Tarantino. Ya sabe que esta señora y sus perros de presa del servicio de inteligencia no son muy dados a dejar que nadie cuente nada, así que de saberse todo, ya le andarán buscando. No crea, no confíe. En todo caso, cierta tranquilidad le puede dar saber que he remitido copias a algunos colegas suyos también y a alguna organización internacional para que sepan, investiguen y juzguen a todos los culpables. Si me voy, lo haré con la conciencia tranquila y pudiendo dormir por las noches, algo que no creo que puedan decir los que me habrán asesinado. También se acabarán el mirar todos los días debajo del coche y andar con mil ojos por la calle, darle un beso a mi hija sabiendo que puede ser el último que le haya de dar, las despedidas de mi esposa todas las mañanas entre lágrimas ante un futuro negro. Lo siento por ellas y por el país. Solo un ruego, cuide el material y que el miedo no le impida sacarlo. Elija usted el momento.
Sin más, me despido. Salud y Justicia.
Nisman. 


Más donde Gustavo




16 enero 2015

Este Jueves un Relato: Escritura Creativa

Eva había decidido dejar Berlín por unos días y desplazarse hasta Munich para visitar a su hermana Ilse. Llevaban mucho tiempo sin hablarse. Exactamente nueve años, desde el intento de suicidio. Eva no había perdonado nunca la soberbia de su hermana y esa mirada de superioridad que desde entonces tenía. Ilse no había perdonado a Eva ese afán desmedido por el poder, por subir en el escalafón social, como si los sudores de los padres no hubieran sido lo suficientemente importantes para sacarlas a las tres adelante. Ilse culpaba a Eva de muchos de los males de la humanidad y quizá, consideraba en secreto una ofensa que Eva hubiese siempre preferido la compañía de Margarethe, su hermana menor, en lugar de la suya. No obstante, aquella tarde estaba dispuesta a olvidarlo todo. La mesita estaba decorosamente vestida para el té. La guerra se adivina con solo echar una ojeada tras los visillos, pero han cesado los bombardeos y por un momento, como todos los años en abril, el sol elonga los días y se vislumbra la primavera. Hacía mucho tiempo que los días eran grises y esa tarde, por fin, el sol salía de detrás de los escombros.

Eva habló y habló sin parar, recordaron, rieron y lloraron, porque al despedirse, Ilse supo que jamás volvería a ver a su hermana, la primera mártir del siglo veinte. 

Más en casa de María José

02 enero 2015

Este Jueves, Relato: Ese Oscuro Objeto de Deseo

Casi todas las tardes era igual. Sobre las seis, el sol iluminaba profundamente la cocina. Notaba como el corazón le palpitaba más rápido a medida que recorría el pasillo. Al principio, disimulaba la compra diciendo que era para que el niño merendase. Cuando a la segunda tarde Javier dijo que no le gustaba, ya no tuvo que ocultarse más. Cogía la bolsa de tela que estaba colgada tras la puerta de la despensa. Cortaba en dos rebanadas el pan de miga blanca que compraban en la nueva panadería vintage del barrio. Iba hacia el armario de las galletas y allí estaba: el enorme bote rojo. El cuchillo de punta roma recorría primero el fondo y después las paredes para extraer, en una única punción certera, la mayor cantidad de nocilla posible. Untaba primero la parte de abajo del pan. Después con el sobrante la de arriba y volvía el cuchillo a hendir el untuoso elemento para completar aquella ambrosía. Chupaba el cuchillo y, casi limpio, lo dejaba para fregar. El primer bocado del pan sabía a niñez, a barrio sésamo y deberes después; a frustración porque no todas las tardes había para hacer esos bocatas; a tómate primero la leche; a cuando sea mayor me voy a comprar toda la nocilla del mundo. Una especie de predicción que se cumple porque, desde entonces, no falta en su armario de las galletas un bote rojo con el que, medio en secreto, muchas tardes puede dar ejemplo a su hijo sobre lo importante que es merendar bien para suplir las carencias de la infancia. 
Más donde Charo.