01 julio 2016

Este Jueves Relato: Reencuentros o Desencuentros

Esta semana nos invita Juan Carlos a contar encuentros, desencuentros o reencuentros...pues ahí va el mío.

Apenas dos minutos después de haber bajado del tren, vio el convoy alejarse. ¡Qué vieja que estás! La estación de El Carmen llevaba casi un siglo sin ser remodelada y las maderas de los tejadillos ya necesitaban una mano de pintura. Algo parecido ocurría con los hierros modernistas que sostenían toda la estructura. El verde de antaño se había perdido. Solo el reloj lo mantenía intacto. Era lo único que parecía nuevo en todo el conjunto.

¡Tú tampoco eres ya un jovenzuelo! Tenía a su lado un pequeño trolley rojo en el que ahora caben todas sus pertenencias. Estaba encorvado y goterones de sudor comenzaban a caerle por todos lados. La tarde tenía ese color amarillo barro que tienen las tardes por aquí en verano. Se sentó en un banco a esperar. Miró los viejos edificios de oficinas y las antiguas casas de los ferroviarios ahora abandonados. Un poco más allá, los nuevos de ladrillo naranja que comenzaban a oscurecerse por los humos. Pensó en su barrio del centro, en las calles estrechas y los pisos amplios en los que ahora en verano uno casi podía colarse en los salones y salitas de estar de los vecinos. Aunque quizás ahora con los aires acondicionados…Se miró los pies hinchados y volvió a mirar pequeños desconchones en la pintura del techo.

No sé. Puede que no estés aún arreglada para que te vea. Prefiero verte como te recordaba. Ya lo sé, yo tampoco estoy como antes, por eso no tenía espejos en casa, para no mirarme.

No había llegado aún su hijo para recogerlo, cuando apareció por el final de las vías el Talgo con destino a Barcelona. Compró un billete y se subió. Con el fresquito del aire acondicionado y los primeros traqueteos, se quedó dormido.


Fuera, la ciudad vieja ardía. Y las palmeras y limoneros comenzaban a difuminarse con la velocidad.