25 junio 2020

Este Jueves, relato: Mudanzas


Este jueves nos invita Molí del Canyer a hablar de mudanzas y aprovechando que hoy precisamente mi blog cumple 15 AÑOS, que mejor manera de celebrar aniversario y cumpleblog que participando en una convocatoria juevera, con esto:


Cambiaba de pareja aproximadamente cada primavera.

Todo empezaba con cambios de humor e irritabilidad por cualquier cosa. Me molestaba un vaso fuera de sitio después de haber sido utilizado, un tenedor en el compartimento dedicado a las cucharas, la ropa sucia en el cacharro un martes o un grado más en el termómetro que teníamos en el salón y que nos trajimos un verano de Jávea. Estuve en Jávea y me acordé de ti. Tenía forma de faro y me dijiste de broma que serviría para tomar la temperatura de nuestra relación. Pues en esa primavera, también me molestaban sus tonos azules pastel y, hasta la forma de falo que tenía.  

Otras primaveras y en otras casas, me molestaron los ceniceros en la mesa de centro, la colonia de Anaïs que usaba Marta, o la manera de comer los mejillones que tenía Elvira o Viru, como me decía que la llamara porque también me contaba que era bruja y así sonaba mejor.

Tras la irritabilidad comenzaba la descamación. Primero en los dedos de las manos, después en los brazos y piernas y poco a poco, una eccema enorme y rojizo se iba extendiendo por todo el cuerpo. Al principio acompañaba a mis parejas al dermatólogo. Con el tiempo pasaba por la farmacia y con recetas no caducadas, me compraba yo mismo las pomadas y ungüentos de la marca Isdin con que intentaban solucionarlo todo.

Luego llegaba una noche, sobre mediados de abril, en que mudaba toda la piel. Siempre por la noche. Las primeras veces me quedaba hasta por la mañana. Marta gritó y echó a patadas a ese desconocido que estaba en su cama. María se desmayó y aproveché para irme. Viru me dijo que había visto mi yo interior pero que no era la persona de la que se había enamorado.

Así que cuando yo sabía que iba a ocurrir la mudanza, metía todo en mis maletas y marchaba sin hacer ruido dejando en la cama la funda vacía, un yo seco.

Es cierto pero toda mi vida cabe ahora en dos maletas, como mucho.