06 junio 2006

La ciudad (un desvario)

- Perdone, ¿la catedral?.- sonríe.-
- Aquí no tenemos catedral.- mirada de hielo.-
- Bueno, pues una iglesia o colegiata grande que tiene que estar por aquí.-
- No. No tenemos nada de eso.- la señora lleva el pelo liso y recogido en una larga cola.-
Cuando va a repreguntar, la señora se ha hecho un ovillo sobre sí misma, ha juntado las manos, se ha arreglado la rebeca, a pesar del calor que hace y se ha alejado, mirándolo como una de esas rarezas que hay en el paisaje de este sitio. Ahora gira la cabeza para ver el efecto de sus palabras en el desconocido y extranjero.
Lo cierto es que a la entrada de la ciudad, conforme avanzaba con el coche no había observado ningún edificio de los que ahora se llaman emblemáticos. Nada. ¿Y aquí donde se reune la gente?; ¿cuál es el centro?.
La ciudad no tenía ninguna importancia histórica, ni artística, no tenía iglesias, ni mezquitas, ningún edificio importante. Solo gris hormigón. Seguro que había sido puesta ahí por alguna maldición, o por un viento del infierno.
El desconocido avanza por las calles sin sentido, no tienen ni principio ni fin, ni dirección concreta, igual que su vida. Había llegado al lugar en el que debía estar. No sabía si quería estar aquí aún, pero no dejaba de ser sino una decisión consciente la que lo ha llevado en medio de la nada.
Se había marchado de las comodidades urbanitas que era capaz de proporcionarse para encontrarse y se había perdido en un cúmulo de sueños, pesadillas para pasear, ahora mismo, arrojado desnudo a su propia existencia. Estaba perdido, o ¿quizás no?, y todo aquello era la realidad, lo más real que tenía, su propio ser.

1 comentario:

Eowin dijo...

Donde estamso donde marchamos, si alguien lo supiera que lo grite bien alto.., pues cuantas veces me he encontrado perdida..

Un saludo Max.