12 febrero 2007

Cartas

En tres semanas no he abierto ninguna carta que me viniera del banco. Primero, por una especie de caos vital y un anárquico orden que impera mi vida y, por ende, mi mesa de escritorio. Siempre me ha apetecido tener mi orden particular, por fin, lo he conseguido. Segundo, porque las cartas que llegan de los bancos son siempre iguales, aburridas, alfanúmericas; porque no me creo esas ofertas de edredones, ordenadores y demás al incrementar tu saldo en cuatro o cinco o seis mil euros. Porque no soy importante para mi banco, a pesar de esa "amabilidad" en sus misivas: "Estimado señor, le recordamos las múltiples ataduras que le unen con nuestra entidad...". No me apetece.
Creo que, con el tiempo, voy a hacer lo mismo con las facturas que me lleguen y otras cartas de organismos, entidades y resto de personas jurídicas, in genere. Para lo que tienen que decirme, mejor se podían ahorrar papel, no me interesa prestarle oídos. Resulta curioso que el correo ordinario no haya desaparecido, precisamente, por este tipo de grises y anodinas comunicaciones y que sea el e-mail la vía por la que se envían ahora la mayoría de "las cartas".
De todos modos, la estrecha sonrisa de mi buzón y bandeja de entrada, quedará para las cartas de la gente que realmente me importa y a la que, por cualquier motivo, le importo.

5 comentarios:

Gonzalo dijo...

El problema es que ya no hay cartas, amigo Max: solo cuentas y - a lo más - tarjetas de Navidad y Año Nuevo. Quienes tenemos acceso al mundo electrónico mandamos mensajes por correl; los que no lo tienen, simplemente no leen ni escribe.

Max Estrella dijo...

Tiene toda la razón,amigo Gonzalo.La verdad es que estamos creando abismos de cultura,creo,que como en otros campos...y desgraciadamente no solo entre países ricos y pobres,sino entre los mismos "desarrollados"...
Yo aquí reivindico un poco a Gutemberg y la realidad de lo escrito como siempre
un fuerte abrazo y quedo agradecido de la visita

Ruth dijo...

Me encantaría hacer lo mismo con mi correo, pero siempre me obsesiona pensar que igual he podido tirar algo importante. Lo mismo me pasa con el spam de internet, aunque al final logro tirarlo.
Yo tengo un par de amigos que no tienen contacto via email y les escribo cartas. Pocas, pero las disfruto al máximo.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Debido a alguna carta con aroma viejo que llega de vez en cuando de Guatemala, no he arrancado el buzón y lo he tirado a la basura.
He logrado facturas electrónicas y apenas tengo ya comunicación bancaria pero da lo mismo, cuando me acerco al buzón lo encuentro lleno de propaganda de todo tipo.
Que tiempos...

Saludos.

Tana dijo...

Yo estoy en el proceso de hacer lo mismo que Goathemala, no quiero más facturas pululando por ahí. Si alguna vez llego a necesitar algún justificante bancario, lo imprimo y listo. Estoy harta de encontrar esos sobres alargados en el buzón..., aunque..., de vez en cuando..., llega algo realmente especial. Unas letras preciosas en un papel elegido a conciencia, unas palabras que te proporcionan una caricia amiga y que guardas para toda la vida. Esas son las que cuentan ¿Verdad?
Besote, Max
-espero al fin haber dado con la manera de dejarte comentario, llevo un par de días intentándolo pero al haber migrado a la nueva versión me he hecho un lío de... ;)-.