07 agosto 2008

Una Historia de Agosto

Su negra figura en la esquina de la calle Alabarderos resaltaba sobre el blanco encalado y refulgente del sol de agosto; el luto hábito bien llevado desde la muerte de su marido hace unos meses; sentada en su silla de espartos, la pena, sin embargo, no le impedía llevar los afeites y las perlas en derredor del cuello. ¡Chas, chas!, ¡chas, chas!. A eso de las seis de la tarde era ya perfectamente audible en el barrio, el golpeo de las varillas de su abanico contra las perlas de su pecho. Desde su puerta todo estaba a dos gritos y todo a dos silbidos. Toda la tarde entretenida con el amable o temeroso saludo de los vecinos; pasaban tres de sus doce hijos a eso de las siete a dar el informe del día. Ella sonriente y complaciente en este solaz de agosto, recogía disimuladamente el dinero que le entregaban y escuchaba amorosamente la cantinela de todos los días. También saludaba cortesmente a la pareja que a eso de las siete y media, pasaba a preguntar a la venerable anciana cómo iba la cosa. Desde su atalaya alcanzaba a divisar el trapicheo en la esquina del nuevo parque y podía comprobar si el informe que le habían traído sus hijos era cierto o estaba sesgado como el telediario del mediodía. El barrio era suyo, el pueblo era suyo. Pero, ¿qué será del barrio y del pueblo cuando ella falte?. Un tremendo peso le hundía el pecho ante esa pregunta. Qué sería de los niños y los chicos cuando no supieran bien lo que toman o se meten. Le preocupaba que sus hijos no hubieran heredado ni la cabezonería de su padre ni su visión comercial. En fin, tendrían que apañarse...En estas cavilaciones andaba ayer tarde, cuando pasamos por su puerta a presentarle nuestros respetos y a pedirle, como todos los años, su generosa contribución para el nuevo manto de la Virgen que estaban acabando de bordar para las fiestas del otoño.

4 comentarios:

Tana dijo...

Más..., habrá más, no, Max? Esa mujer tiene que tener una historia y yo quisiera saber. Un beso estival ^^ a golpe de abanico pero sin perlas, no más lágrimas ;)

Atticus dijo...

Me gustaría sentarme a su lado, pero casi en cuclillas, a diferente altura. Verla desde abajo y oírla y escucharla y abrazarla mirándola tan sólo. Esa mujer, querido amigo, es todas nuestras abuelas, es la sabiduría de la tierra. Y digo como Iludria, ¿no sabremos más de ella?
Besos grandes y que nos veamos ¡pronto! (la vida sabe más rica).
Atticus

mia dijo...

Chocolate y Menta Max... ja ja ja ja ja , que obra de arte como has conseguido esa mezcla de una forma tan sublime, la ortodoxia con la infamia, revestida de absoluta dignidad :)

la-de-marbella dijo...

Me ha recordado a una mujer calcadita menos en los clas clas clas. Vendia drogas a la puerta de su casa tan ricamente disfrazada de venerable viuda anciana. Cuando la detuvieron cayó con ella parte de su familia. (tambien era la dueña de su barrio o casi)