16 octubre 2014

Este Jueves...Relato: Matrimonios Impuestos

Yo me casé de negro. Literalmente. Era lo que había que hacer. No hacía ni seis meses que se había muerto mi madre. Así que a nadie sorprendió el velo y la cola negros cuando se abrió el portón de la pequeña iglesia de Nuestra Señora de los Remedios. Chirriaron los goznes, crujió la madera y sonó el primer campanazo de los doce que me habrían de acompañar hasta el altar. Me pareció que sonaban como cuando lo de mi madre. Una vaharada cargada de incienso se nos llegó y casi me nubla la vista. Noté como una nausea me subía desde lo más profundo del corazón a la garganta; apenas podía aguantarla. Era un sabor acre, muy parecido al olor que le quedaba a él en el pelo, cuando el fijador que usaba llevaba mucho tiempo sobre su cabeza, sobre todo al final del día cuando iba a visitarme. Pensar en su pelo, hacía subir otra arcada. Dimos otro paso. Sonó otro campanazo de mi particular duelo. Pensarlo encima de mí, hizo subir otra. Su viscosa cara de cerdo. Conforme nos acercábamos al altar se podían adivinar su sonrisa, su perfecto bigotillo, su cepillado traje marrón; y también se vislumbraban las lindes de sus nuevas fincas, las nuevas cabezas, la quintería en mitad de la nada, melonares, escopetas, días de cacería y soledad, noches de lágrimas y putas, el brandy, algún que otro golpe que me dará, todo con la sonriente complacencia del sumo hacedor del milagro, mi padre del que ahora voy del brazo. Me lleva casi en volandas para que no me desvanezca. Blanca va la novia, más no radiante. Un último paso y un último campanazo marcan los doce del fin de mi mundo. Y el “estamos aquí reunidos…” del cura, a mi me suena a requiescat in pace. 

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3 comentarios:

Lucía m.escribanoblogsport.com dijo...

¡Cuanta impotencia destilan tus letras!
Cuantas ilusiones robadas, en pos de un bienestar económico que destrozará la vida de la mujer que asiente a casarse,
porque no es dueña ni de sus palabras.
Muy triste y muy bién contado.
Saludos y gracias por tu agradable visita, nos seguimos leyendo.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Excelente!...con mínimo texto lograste detallar la complejidad de los sentimientos y sensaciones encontrados bajo ese velo.
Muy bueno.
=)

Nazia dijo...

Casi que he podido oler tu descripción. Ha sido excelente , a la vez que me recorrían escalofríos por todo el cuerpo.
Gracias.
Maribel