A Laura le pega ser de color violeta. A Laura le pega llevar un vaporoso vestido de cuadros psicodélicos de color morado y rosa.
A Laura le pega llevar una estrellita de plata barata en la nariz y unas sandalias de cuero, ya bastante gastadas.
A Laura le pega haber dejado a su madre llorando en el aeropuerto cuando, siendo todavía casi una adolescente, marchó a Londres a trabajar y estudiar, no se sabe en qué y no se sabe qué.
A Laura le pega su vida, redonda y ovalada como ese tatuaje que seguro lleva.
A Laura le pega su rostro alaragado y ese moreno aceite que seguro siempre tiene a final de verano.
A Laura no le pega el joven mayor que la acompaña, que la hace sonreir tristemente con promesas y sueños que nunca se cumplen ni se han de cumplir...a Laura no le pega su futuro, ni le pega el trabajo, ella que seguro que solo había venido a este mundo para estar tumbada en el césped soñando nubes.