Tras probar en cinco o seis, ha recaído aquí. La verdad es que ha sido casualidad porque nada más que iba a coger el autobús para subir al refugio en el que también ha caído de no se sabe donde. Bueno, sí se sabe, ha cruzado desde el C.E.T.I. de Melilla. Fue uno de esos a los que Salvamento Marítimo recoge ateridos en el negro mar, bravo de invierno. Y aquí está, sonriendo, hablando un español que suena como el golpeo de unas tablas o troncos huecos. Sus enormes ojos blancos lo miran todo. Aquí está poniendo su futuro en manos de un tipo al que no conoce; de él depende que se pueda quedar en España para operarse y trabajar y traer a su familia, y ganar dinero y...a miles de kilómetros de casa no saben nada de él, si está vivo o muerto, como si se lo hubiera tragado el mar. El sueño no es mantenerse, es solamente llegar, estar. Y él aquí delante sentado.No sabe por qué el tipo ese se ha brindado a ayudarle, quizá sea por razones humanitarias o por joder a quienes se oponen a nuestra llegada, o por...bueno, da igual, él quiere quedarse.
Hoy llega sonriendo, nervioso, ansioso, tiene unos papeles que le ha facilitado la embajada, comienza el papeleo, eso y la sempiterna incompetencia y burocracia española harán, quizás que se produzca el milagro.