28 febrero 2006

Vidas Ajenas (El "pichilate")

Hoy lo he visto pasar con su rápido caminar como siempre, es menudo, muy menudo, lleva pelo negro corto y gafas de las de culo de vaso. Apenas un manojo de huesos y carne. Lleva paseando la ciudad algo así como unos sesenta años, siempre a paso veloz, por todos sitios. La verdad es que nunca sé bien de qué ha vivido. Cuentan los más viejos del lugar que lo dejaron en la inclusa y que siempre ha vivido de la caridad (no es un mendigo) y ayuda de la gente. Es conocido en toda la ciudad por una sola cosa: piropea a toda mujer joven que se cruza en su camino. Piropo del bueno, torero, piropo de los de ponerse firme al paso de la niña y mirarla a los ojos antes de decirlo. Las palabras salen de su boca y giran como una revolera de capote en una plaza de toros. Son casi poesía. Son graciosos. "El Pichilate" es un galán, a pesar de no ser ni guapo, ni alto, ni nada de nada (un Don Juan católico, feo y sentimental que diría mi admirado Valle). La joven que se ha cruzado justo delante de él, ha terminado sonrojada y sonriendo ante el retruécano verbal hecho por el personajillo. Esto me recuerda, lo faltos que estamos, últimamente y en general, de piropos graciosos, románticos, poéticos...lo faltos que estamos de poesía y sensibilidad.
En fin, desde aquí un pequeño homenaje al personajillo que pasea por esta ciudad de provincias, el piropo fácil y verbo sandunguero.

23 febrero 2006

23-F

Hoy se cumplen 25 años, ni más ni menos, desde aquella intentona golpista que pretendía acabar con las recien conquistadas libertades en España. Mi despertar al jueves ha sido casi como siempre. He recordado dónde estaba aquel día. Hoy estoy más allá del bombardeo informativo que recuerda esa fecha. Me he asomado al mundo desde mi pequeña ventana para ver cómo estaba esta mañana. Sigue ahí igual, esperándome. Ahora lo observo desde un poco más arriba, he subido un peldañito más, espero observarlo con un poquito más de objetividad, distancia y sabiduría (¡¡qué pretencioso!!, aunque hoy me lo permito).
Hoy, me dedico y les dedico esta postal (tiene razón el señor de Portorosa cuando dice que el blog aumenta el ego, gracias) por mi cumpleaños, mi trigésimo primer cumpleaños en el mundo.
PD: Por cierto, aquel día preparaba mi fiesta de cumple, la de los 6 años.
PD2: Me gustaría estar en un sitio con nieve...sólo para jugar.
Salud para todos

17 febrero 2006

Until the end of the world

Íbamos los dos en el coche. El temporal que los hombres del tiempo habían anunciado para la península no aparecía por ningún lado. Al frente, a través de la luna delantera, se vislumbraba un cielo rabiosamente azul, únicamente moteado por pequeños girones blancos de nubes. El sol fuera. Y justo por delante, la llanura. Dibujada con tiralíneas la estrecha carretera que se perdía a la vista hasta unirse con el horizonte. A los lados campos de cereales, las marcas de la carretera apenas pintadas sobre el asfalto parecían desgastadas por siglos de trasiego. Sonaba en el viejo casette "until the end of the world" de U2; es la banda sonora de la película así llamada. Fue de las primeras veces que pensé en acompañarla dónde fuera, siempre y para siempre. La recta de la carretera era infinita, posiblemente terminaría en el fin del mundo, donde prometí que llegaría con ella.

11 febrero 2006

La cafetería

Tanto, tanto la quería que aquella misma tarde había quedado con ella para romper, cortar, desligarse de ella. Se citaron en una cafetería del centro, con sus maderas y sus mesas de mármol y hierro forjado, con sus voluptuosos fumadores al fondo, leyendo.
No solía volver a los lugares en los que rompió con las mujeres que había conocido y la de esa tarde era una de las pocas cafeterías que le gustaban. Cierto que la ciudad había crecido pero se iba quedando sin lugares literarios en los que poder llevar a buen termino sus rupturas. Sin cafeterías no habría rupturas. ¿Y si eso lo obligara a quedar unido para siempre?.
Se quedó boquiabierta, creo que no lo esperaba. No hubo ni lágrimas ni reproches, casi no hubo explicaciones. Se alejó mirándola a traves del gran cristal de la cafetería. Se embozó en su abrigo, esa misma tarde cogería un tren para huir de la ciudad. Nueva vida, nuevas cafeterías, nuevas oportunidades.

09 febrero 2006

Tic-Tac

Bum, bum. bum, bum...suena y casi retumba en toda la habitación. Acompasada va la respiración. Los pensamientos y el sueño al mismo ritmo. Bum, bum. Bum, bum. "Le convendría descansar que mañana se va a casa". Por fin se va a poder quitar ese horrible pijama de presidiario macilento que no me gusta nada. Tic, tac. El Toshiba parece que funciona bien. Hoy, al contrario que otros (mi padre), he estado desconectado del mundo.
El marcapasos que le han insertado parece que funciona a las mil maravillas.
Miro desde la ventana de la habitación en la séptima planta los tejados de la ciudad. Otra vez me gustaría ser gato o diablo cojuelo cuando miro desenvolverse la vida tras los cristales de las ventanas de los edificios.
Por cierto que me gusta más la palabra sanatorio que hospital. Otrosí digo, anoche sentí el vértigo del que hablé con una persona ha no mucho tiempo. Ya se me ha pasado.

06 febrero 2006

Este fin de semana no cuenta

Estoy de lunes con todo lo que eso conlleva de cansancio, de pocas ganas de trabajar y de inicio de la semana. Tengo encima un incipiente resfriado o gripe, o yo que se, que me hace estar como adormilado y casi febril. Lo he ido notando mientras trabajaba. Entre mis derechos laborales no cuenta el enfermar.
Este fin de semana no cuenta. Soy más joven que el viernes cuando terminé la semana. Mi tiempo no ha discurrido este sábado y domingo. Y eso que ha sido delicioso. Los dioses paganos me han concedido dos días más y el tiempo universal se detuvo; porque ha sido delicioso.
En otro orden de cosas. De lo mejorcito del día, ha sido caer en la cuenta de que ya hay fresas adornando con sus vívido color los estantes de las fruterías. Hoy me he hecho unas pocas con miel. También he caido en la cuenta de que ya llevamos en casa comiéndolas cierto tiempo.

02 febrero 2006

Lotusbakeries

El corazón lo notaba muy acelerado, casi como si quisiera salirse del pecho, cuando oí el muy escandaloso timbre de la puerta. Corrí todos los metros de pasillo que aún tiene mi casa y al abrir la puerta, allí estaba, apenas con una mochila vieja al hombro y el mechon moreno de pelo que le caía al lado derecho de la cara. Me sonrió con una amplia sonrisa, justo la que recordaba yo de cuando niña. "Hola, papá, ¿puedo pasar?". Escueta, como siempre. Le doy un gran abrazo de esos que hacen que se salten las lágrimas de la emoción. Noto como ella avanza por el pasillo echándose la mano a los ojos. Ha pasado directamente al salón, la acompaño y le digo que se siente. "¿Te preparo un té?, ¿sí?". El que más le gustaba era el mil y una noches.
Está viendo todas las fotos, la disposición de las cosas, la mesa, los objetos, sigue de pie.
Nos sentamos a la mesa a tomar el té y el café. "Sigues tomando tres tazas en una, ¿verdad?". Asiento. De detrás de la mesa saco unas galletitas, acarameladas (como dice la etiqueta), clásicas. Se llaman Lotus. Clásicas. Desde 1932. Fábrica Lotusbakerie. Se he echado a reir. De pequeña las devoraba y dice que llevaba mucho tiempo si probarlas. Veo como las disfruta con una delectación en el comer. Creo que le gustan tanto, de comerlas en verano cuando iba a visitar a la abuela que las traía de Bélgica.
Maria ha ido sorbiendo de su té y yo he ido bebiendo de sus últimas historias. Mi hija y yo hemos hablado como dos viejos amigos hablan, con la franqueza y albura de corazón que solo el cariño profundo da.