A Juli únicamente la espera en su casa, un canario viejo que se aferra a esta vida como al balancín de su jaula y el papel pintado color ratón de las paredes de su casa. Antes de disfrutar de la llegada de la noche y la madrugada frente al televisor, apura su segundo cubata en el "Pequeñeces" y otras grandes miserias- completa ella-. Es de ron, pero con coca cola light, pues tiene azucar y ha de cuidarse. El camarero juega con el "mono" de un cliente, y no termina de apretar el botón que permite sacar tabaco de la máquina. Juli, saborea a las ocho de la tarde el recuerdo de sus noches de bares, de devora hombres. Cae, macilenta la tarde.
A través del cristal de la puerta entreabierta se cuela, estentórea, la voz de un vendedor. "La rata, el abuelo, me queda para hoy...la niña bonita...."; "no tocará pero y si tocaraaa...". Juli se asoma, chista y compra...no tocará, pero por un segundo esa noche, se permite el lujo de soñar y no solo de dormir abrazada al frío.