Si en este momento está usted
leyendo es porque, seguramente, yo andaré ya muerto. Así que usted, amable
lector, ándese también con cuidado y no dé a conocer, de momento, ni el contenido
de esta carta, ni el del cd que le acompaño con todas las pruebas de la investigación
que he ido reuniendo a lo largo de los últimos meses. Todas apuntan hacía la
señora X, o señora Rosada, si estuviéramos en un film de Tarantino. Ya sabe que
esta señora y sus perros de presa del servicio de inteligencia no son muy dados
a dejar que nadie cuente nada, así que de saberse todo, ya le andarán buscando.
No crea, no confíe. En todo caso, cierta tranquilidad le puede dar saber que he
remitido copias a algunos colegas suyos también y a alguna organización
internacional para que sepan, investiguen y juzguen a todos los culpables. Si me
voy, lo haré con la conciencia tranquila y pudiendo dormir por las noches, algo
que no creo que puedan decir los que me habrán asesinado. También se acabarán
el mirar todos los días debajo del coche y andar con mil ojos por la calle,
darle un beso a mi hija sabiendo que puede ser el último que le haya de dar,
las despedidas de mi esposa todas las mañanas entre lágrimas ante un futuro
negro. Lo siento por ellas y por el país. Solo un ruego, cuide el material y
que el miedo no le impida sacarlo. Elija usted el momento.
Sin más, me despido. Salud y
Justicia.
Nisman.
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