Ahora, con el borboteo de la cafetera como sintonía de fondo de mi mañana, escucho las noticias que una presentadora muy guapa lee apresuradamente con los ojos fijos mirándome. No me gustan las noticias de la mañana aquí, en España. A las nueve de la mañana aún no ha pasado nada y lo único que reflejan los informativos como los espejos del Callejón del Gato son noticias del día anterior, mascadas, pero envueltas en el papel de regalo nuevo de la mañana; en la era de la información son viejas ya. Además no cuentan con el reposo que tienen las de los periódicos, que también te cuentan las noticias del día anterior, pero con el sosiego que otorga, haberse sentado el redactor en su mesa y en su silla, haber encendido el ordenador y haberla redactado: es una viva voz argumentada.
Cuando estaba en Nueva York, la rutina era la misma, pero los informativos de las 8 o las 9, tenían una enjundia y un peso del que carecen aquí. Siempre los veía antes de ir a La Institución. Allí, sí pasaban cosas. En España tengo la impresión de que el tiempo pasa más leeento, pasan menos cosas, pero las siento más reales. De todos modos, echándome el café todas las mañanas no puedo evitar pensar, al mirar la hora, que ahora mismo estaría abriendo sus puertas La Institución; o comenzando a entrar gente en Wall Street; o abriendo la biblioteca de la universidad y su bibliotecaria, española, comenzaría a colocar los libros que los estudiantes habían dejado por las mesas de consulta y los sillones de lectura. A esta hora, los patos de Central Park comenzarían a salir para ir buscando gentes que les echen pan para el desayuno.
3 comentarios:
Se desplazan lentas las noticias de aquí porque están relamidas, son las mismas mascaradas.
Me gusta la monotonía y la nostalgia que destila el texto.
Un abrazo.
Gracias, amigo Pedro por su incondicionalidad...más viniendo de un auténtico sabio
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