En cuanto oyó el primer tableteo de ametralladora y la primera explosión, dejó caer una lágrima por la mejilla; sabía que había acabado su sueño de educador, de farandulista, de creador de sueños. Comienza a recordar las caras sucias de los niños pobres, las tiernas sonrisas desdentadas a las que ahora van a negar su infancia y su pureza. Él únicamente se dedicaba a alegrarles la vida un ratito haciendo juegos malabares, bromas y su gran número, las sombras chinescas. Las hacía en la pared y frente a una luz ténue que le daba un pequeño motor de gasoil que llevaba. Había perros que ladraban como los de verdad, gatos y ahora había llegado a conseguir realizar los más maravillosos animales y asombrosas formas...total quizás, para no poder mostrarlos a nadie nunca más...se habían perdido los niños y la inocencia...metió la cara entre sus manos y esperó a que llegaran...
Puede ser un misionero en África, un profesor de las misiones educativas, un viejo maestro chino, cualquier cosa que quiera, a la espera de un público, infantil e inocente, que le haga recuperar su ilusión...
Puede ser un misionero en África, un profesor de las misiones educativas, un viejo maestro chino, cualquier cosa que quiera, a la espera de un público, infantil e inocente, que le haga recuperar su ilusión...
1 comentario:
Cuantas lágrimas se derraman sin ser escuchadas, cuantos sueños se rompen sin hacer ruido. Cuantos maestros se desdibujan en la sombra sin pupilos a quien trasmitir sus saberes.
¿Cuánto hemos aprendido y que pronto se nos ha olvidado?
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